Quienes disfrutan de las películas de terror pueden experimentar simultáneamente miedo y alegría, según nos dice la investigación. Es posible que ocultemos nuestros ojos cuando el suspenso se vuelve demasiado difícil de soportar, pero para los fanáticos del terror, son los momentos más angustiosos y aterradores los que brindan el mayor placer.
Las experiencias de casas embrujadas pueden ser una forma de escapismo. Nos sumerge en un mundo de criaturas sobrenaturales y mitológicas, lejos de nuestra vida cotidiana. Muchos de nosotros disfrutamos de estos libros y películas, por lo que superar a los monstruos puede ser una experiencia surrealista pero divertida.
Las casas embrujadas también brindan el lugar perfecto para vincularse con amigos y familiares. Somos seres sociales: fomentamos lazos fuertes cuando nos asustamos juntos, nos apoyamos mutuamente y somos valientes como equipo. En situaciones de miedo, nuestro cuerpo libera oxitocina, una hormona conocida por facilitar los sentimientos de cercanía y las interacciones sociales.
La sensación de alivio cuando todo termina también activa las endorfinas, las mismas «hormonas felices» que se liberan cuando hacemos ejercicio o comemos. Recorrer todo el camino a través de la casa embrujada y demostrar que podemos manejar toda esa ansiedad también nos da una sensación de satisfacción y confianza.
DISFRUTAR DE EXPERIENCIAS EN CASAS ENCANTADAS
Pero, ¿por qué todavía nos asustamos a pesar de que sabemos que estas horribles criaturas no son más que actores disfrazados y con prótesis?
Nuestros cerebros racionales pueden entender esto, pero nuestros cerebros emocionales tienden a hacerse cargo una vez que estamos en las escenas embrujadas. La línea entre nuestra percepción y la realidad se difumina.