Los críticos señalaron que esto podría ser más política que economía. IPEF no da acceso al mercado, lo que los observadores llamaron una oportunidad perdida en el comercio. Tampoco incluye a Taiwán, considerando su papel en las cadenas de suministro globales, especialmente en las operaciones de envío y la producción de semiconductores, cuya escasez ya ha causado todo tipo de retrasos o cierres de fabricación.
Pero, ¿podrían convertirse en una ventaja para EE. UU.? En primer lugar, un acuerdo comercial con acceso al mercado estadounidense habría requerido la aprobación del Congreso. Eso parece un riesgo cuando el sentimiento proteccionista es alto y se acercan las elecciones intermedias.
Un acuerdo de apuestas más bajas tiene más posibilidades de continuar si los demócratas pierden el Congreso o la Casa Blanca, teniendo en cuenta el episodio fallido del TPP, y demuestra que EE. UU. es un socio confiable. Aunque es cierto que, sin la aprobación del Congreso, es poco probable que Estados Unidos haga grandes concesiones.
En segundo lugar, la ausencia de Taiwán probablemente permitió un mayor acuerdo y participación. De lo contrario, la inclusión podría haber llevado a los miembros de la ASEAN a reconsiderar su participación mientras enhebran la aguja entre EE. UU. y China.
Aunque el IPEF no incluye las protecciones respaldadas por Estados Unidos en torno al trabajo, el medio ambiente o la propiedad intelectual -meticulosamente negociadas para el TPP y consideradas cruciales para nivelar el campo de juego para los trabajadores estadounidenses- abre la puerta a la futura integración económica a través de normas y estándares comunes.
PREOCUPACIONES DE SEGURIDAD Y UNA CHINA AGRESIVA
Pero ciertamente, el otro aspecto de la influencia estadounidense en la región está en la seguridad. Con una China más agresiva, EE. UU. verá una creciente demanda de claridad y presencia por parte de sus aliados regionales. Corea del Sur, Japón, Canadá y Australia informaron incidentes recientes con aviones militares chinos que sugieren que Beijing podría volverse más conflictivo.
Con la situación en Ucrania, había temores de que una crisis internacional en otras partes del mundo sacaría nuevamente a Asia de la agenda de Estados Unidos. El acuerdo nuclear con Irán bajo Obama o la retirada de Afganistán a principios de la presidencia de Biden parecían desviar la atención.