EL FINAL PARA YOON
Hay varios escenarios finales ahora, la mayoría de ellos girando en torno a cómo los aliados legislativos de Yoon responden a la creciente presión política.
En primer lugar, podría resistir entregando efectivamente su presidencia a sus socios legislativos. Yoon pronunció un breve discurso varias horas antes de la votación del sábado ofreciendo precisamente eso. Ofreció permitir que su partido político aliado en la Asamblea Nacional –el conservador PPP– estableciera la política en su lugar.
Es probable que esto sea un cebo para evitar que los legisladores del PPP voten a favor de su destitución. Si creen que dirigirán el país, con Yoon relegado a un curioso papel de cuidador, tal vez lo retengan. Probablemente Yoon esté haciendo una concesión tan grande porque teme ser procesado y encarcelado. Un presidente surcoreano destituido mediante juicio político en 2017 fue a prisión. Si es destituido, Yoon probablemente también lo será.
Otra posibilidad es que Yoon renuncie, tal vez como parte de un quid pro quo sin enjuiciamiento. Este fue el acuerdo informal que convenció al presidente estadounidense Richard Nixon de dimitir en 1974, cuando se enfrentaba a un posible juicio político por el escándalo Watergate. El señor Nixon probablemente habría sido condenado; se enfrentó a penas de cárcel. Para evitarlo, dejó el cargo voluntariamente y su sucesor lo perdonó. Yoon podría aceptar ese acuerdo, pero no está claro si confía lo suficiente en la oposición como para no procesarlo si se va.
Una última posibilidad, al margen del debate, es la revisión constitucional. El presidente de Corea del Sur actualmente cumple un mandato de cinco años. La ciencia política surcoreana ha sostenido durante mucho tiempo que el país debería pasar al sistema presidencial estadounidense de dos mandatos de cuatro años. Si se promulga, el mandato del Sr. Yoon terminaría en mayo de 2026, no en mayo de 2027.
El atractivo de esta opción es que elude las maquinaciones políticas de la legislatura y evita un segundo juicio político a un presidente surcoreano en sólo ocho años. Es un precedente poco saludable para una democracia acusar periódicamente a su jefe ejecutivo.