En su más reciente informe de 2022, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, contabilizó 110 millones de refugiados y desplazados en el mundo. En esa lista, Colombia fue el segundo país del mundo con la mayor cifra de desplazamiento interno, solo superado por Siria.
El conflicto armado de décadas persiste y se recrudece en algunas regiones del país, a pesar del histórico acuerdo de paz de 2016 que utilizó el gobierno y las FARC.
Por este conflicto entre los diferentes grupos ilegales y el Estado colombiano, muchos colombianos se ven obligados a salir de forma abrupta de su hogar debido al desplazamiento por la violencia en varias regiones de Colombia.
El equipaje es ligero, apenas lo que cabe en una pequeña maleta para sobrevivir pocos días; pero la carga de temor y zozobra resulta aún más pesada.
“Las fuerzas armadas ilegales se tomaron totalmente el pueblo de Argelia. La policía salió del pueblo, ellos fueron los que quedaron ahí mandando, era un desastre total, mucha balacera pues, mucho asesinato; entonces debido a eso, fue el gran motivo de que saliéramos del campo”, dijo a la Voz de AméricaJuan José Valencia.
Los diferentes ataques y amenazas de grupos armados, hicieron que Juan José Valencia, junto con su hermano, dejaran sus tierras en Argelia y Sonsón, pequeñas poblaciones ubicadas en el departamento de Antioquia, donde se dedicaban a cultivar café, caña y plátano, entre otros productos.
“Uno ya está enseñado a estar en el campo, a vivir con animales, con gallinas, y marranos, con vacas, caballos, todo eso de salir al pueblo a caballo”, dijo a la VOAJuan José Valencia.
En agosto de 1996, paramilitares de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, asesinaron a seis personas. Un atentado que Juan José y Víctor interpretaron como un ultimátum.
“Es duro salir del territorio de uno, de la casa, del hogar de uno, alejarse de la familia, pero siempre pensando en estar un poquito mejor e ir saliendo adelante”, sostuvo a la Voz de AméricaVíctor Valencia, el menor de los hermanos Valencia.
Llegó a Bogotá con tan solo 18 años y junto con Juan, dedicó luchar por nuevos sueños, a pesar de que la guerra y el desplazamiento querían arrebatarles.
“Yo fui el que empezó a trabajar por mi cuenta en la calle con un carro de arepas, las cosas fueron bien gracias a Dios. De ahí conseguimos el local, seguí trabajando con mi hermano, ahí vamos, pero siempre hay que perseverar”, agregó Víctor.
La perseverancia, acompañada de esfuerzo, dedicación y muchas ganas de crecer, llevaron a estos hermanos a crear su emprendimiento de comida, que ya cuenta con más de 10 empleados.
Un negocio que no solo ha sido fuente de sustento para los Valencia, sino que también se ha convertido en el refugio de coterráneos con experiencias similares. Al abrir su local, se enrumbaron en la labor social de ayudar a desplazados como Diego y Adrián, dos jóvenes que también huyeron de la violencia.
“Ellos me recibieron, me dieron vivienda, me dieron trabajo, tengo un buen sueldo”, dijo a la Voz de AméricaAdrián García González, desplazado.
“La ayuda y el recibimiento han sido súper, porque son buenas personas y me han ayudado a salir adelante”, dijo Diego Alexis Dávila, desplazado.
Analía Kim, portavoz de la Oficina Regional de las Américas de ACNUR, le dijo a la Voz de América que en los últimos años se han intensificado y han representado dificultades para los habitantes de estos territorios.
“En 2022 se registraron nuevos desplazamientos internos en Colombia que afectaron más o menos a unas doscientas catorce mil setecientas personas”, sostuvo.
Hoy los hermanos Valencia son ejemplo de superación y ayuda social. Cuentan con tres locales comerciales y aseguran que la guerra nunca podrá ser más grande que el anhelo.
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