El padre Adeodatus Muhigi se encuentra entre los fieles católicos romanos en la inquieta ciudad de Goma, en la República Democrática del Congo (RDC), que se prepararon para recibir al papa Francisco en julio pasado, antes de que el pontífice tuviera que posponer un viaje a África debido a una dolencia en la rodilla.
Ahora, en lugar de dar la bienvenida al Papa en Goma durante el viaje reprogramado, el padre Muhigi se unirá a decenas de otros católicos del este, incluidas víctimas de la violencia y los desastres naturales, que realizarán el viaje a través del país a la capital congoleña, Kinshasa, esta semana.
“Lo esperábamos con gran alegría”, dijo el padre Muhigi. “No es una decepción para mí, porque es comprensible”, dijo.
“Sabemos que estaba en su corazón venir a Goma, por eso insistió en que debería haber un grupo de Goma, especialmente víctimas de la violencia, a quien quería conocer. Entonces, entendemos. Demuestra que realmente quería venir”.
El este del Congo ha sido testigo de un resurgimiento de los combates entre el grupo rebelde M23 liderado por tutsi y el ejército congoleño. Los rebeldes se han apoderado de territorios en una rápida embestida y han avanzado hasta unos 20 km de Goma. Los combates han desplazado al menos a 450 000 personas.
El padre Muhigi dijo que muchas de las personas del este que se reunirían con el Papa fueron las afectadas por los combates.
“Nos hemos enfocado en las víctimas, las víctimas de las distintas guerras, la violencia y los que sufrieron desastres naturales”, dijo.
Este domingo realizó un último servicio antes del viaje de 1.500 kilómetros a la capital, dirigiendo a una congregación en oración en una sencilla capilla pintada de azul.
“Aquí tenemos erupción volcánica y guerra. Viene para que siempre sepamos que Dios está aquí, está con nosotros. Dios no nos abandona a pesar de nuestro sufrimiento”, dijo la hermana de la congregación Marie-Julienne Mwene Bikira, quien también viaja a Kinshasa.
En 2021, una erupción volcánica en las afueras de Goma dejó un rastro humeante de destrucción de media milla de ancho, sepultando cientos de casas y desplazando a miles de personas.