A Cuba y EEUU los separan unos 145 kilómetros, una corta distancia que la política se ha encargado de alargar. La promesa del sueño americano -“tan cerca, pero tan lejos”- ha sido suficiente para que cientos de millas de cubanos se lancen a la aventura, algunas en travesías que parecen sacadas del guion de una película.
La llegada hace unos días a la Florida de un joven piloto cubano en una avióneta soviética robada es uno de los capítulos más recientes de esta saga, aunque quizás no uno de los más extraordinarios.
El piloto que se arriesgo dos veces
En marzo de 1991, en medio de una de las peores crisis económicas en la historia de Cuba, Orestes Lorenzo levantó vuelo desde un aeropuerto militar en Cuba para aterrizar en los cayos de Florida, solo 10 minutos después. El veterano piloto desertó en un caza ruso MIG-23, en ese entonces el avión más moderno del Ejército cubano.
Como si esa hazaña fuera poco, Lorenzo volvió a Cuba una vez más. Tras intentos fallidos de reuniones con su esposa e hijos, el cubano planeó un arriesgado rescate aéreo en un viejo bimotor. Volando a ras de mar, el piloto aterrizó en una carretera estrecha en un punto de la costa norte de la isla donde lo esperaba su familia, con los que huyó por segunda vez de Cuba. Lorenzo contaría luego esta asombrosa historia en su libro ‘Vuelo hacia el Amanecer’.
La cubana que se envió a sí misma en una caja
Con la ayuda de un amigo, Sandra de los Santos hizo llegar a Nassau, Bahamas, donde contrató los servicios de la compañía de correo internacional DHL para enviar una caja de madera con piezas de barco a EEUU.
En lugar de las piezas, De los Santos se encerró ella misma en la caja, donde permanecieron seis horas hasta que llegó a su destino, en septiembre de 2004. El peligroso plan que podría haber sido una sentencia de muerte resultó, y más de un año después un juez le concedió su solicitud de asilo.
Tres polizones “rápidos y furiosos”
En 2016, alentada por el momento dulce en las relaciones entre Cuba y EEUU, la exitosa franquicia “Rápidos y Furiosos” llegó a la entonces de moda capital cubana para filmar escenas de su octava entrega. Al terminar, todos los equipos utilizados en La Habana fueron montados en un barco para regresar a EEUU.
Al llegar, las autoridades pudieron disponer que junto a la carga viajaran tres polizones. Los tres cubanos trabajaron en la producción como chóferes y decidieron esconderse en los contenedores. Los tres fueron encontrados al atracar el barco y les fue garantizado el asilo gracias a la poco después derogada ley conocida como “Pies secos, pies mojados”.
Viaje en la bodega de un avión
Empleados del aeropuerto internacional de Miami se llevaron una sorpresa en 2019 al encontrarse con Yunier García Duarte, entonces de 26 años, escondido en la bodega de un avión. “El que no arriesga no gana”, aseguró García Duarte, quien trabajó en el aeropuerto José Martí de La Habana cargando equipaje y apenas “pudo respirar” durante el vuelo.
Desorientado y sediento, el joven cubano fue arrestado por oficiales de Inmigración para ser luego liberado bajo parole.
El sobreviviente de cáncer que pasó 37 horas en una tabla de windsurf
Vivir con una colostomía ya es difícil, pero aventurarse al mar, en una tabla de windsurf cruzando lo que muchos llaman el «Corredor de la muerte», con una bolsa adosada al vientre, ya es una hazaña. En marzo pasado, Elián López, un cubano sobreviviente de cáncer de 48 años, fue rescatado por la Guardia Costera después de haber pasado 37 horas en el mar. En un principio, el plan era un viaje de ocho horas.
“No lo planee por mucho tiempo. Quizás si uno planifica algo como esto, no lo hace, porque es bien riesgoso, hay pocas garantías de que pueda funcionar”, explicó López a la Voz de América. A siete meses de su llegada, el cubano vive con parole y se confiesa feliz, aunque no sea una felicidad completa porque -lamenta- en Cuba le queda su familia.
La velocidad del viento y la corriente conspiraron en su contra. Incluso una ola lo tiró al agua en la noche. López, solo pudo comunicarse con su familia y los pocos amigos que conocían de su plan al día siguiente. Fue una jugada arriesgada, pero el exdeportista se alegró de haber tomado la decisión. “Quizá solamente me reprocho no haberlo hecho antes, mucho antes”, confesó.
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