Una anciana activista por los derechos humanos, crítica al gobierno boliviano, cumplió el viernes 50 días de protesta para exigir que le devuelvan el cargo y su oficina luego de ser desplazada por un grupo supuestamente oficialista.
Y para aumentar la presión, Amparo Carvajal trasladó su protesta de la calle a una azotea hace 11 días donde pernocta bajo el frío invernal de La Paz y sin que nadie pueda disuadirla.
“Todavía tengo fuerzas para continuar esta lucha y el único que puede solucionar es el gobierno desalojando a los usurpadores”, dijo el viernes a La Prensa Asociada Carvajal desde la azotea de la sede de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia (APDHB), en el centro de La Paz, de la que ha sido presidenta por más de una década.
De 84 años, Carvajal es una mujer menuda, de salud frágil, camina con bastón, pero ha mostrado una fortaleza que sorprende a muchos. Duerme en una carpa de plástico en la azotea bajo un intenso sol y aguanta el frío nocturno. Ha rechazado a médicos del gobierno y de la policía; solo es controlado por su medico de cabecera. “No me voy a mover hasta recuperar la oficina”, advirtió.
En el otro bando, el activista Edgar Salazar argumenta que es el presidente “legítimo” de la APDHB. “No somos usurpadores, tenemos el respaldo de organizaciones defensoras de los derechos humanos, la señora Carvajal cumplió su gestión hace mucho y se prorrogo”, aseguró.
Los grupos que respaldan a Carvajal alegan que Salazar defiende los intereses del gobierno y de los grupos oficialistas. Los detractores de Carvajal la acusan de ser útil a la derecha y de defender a los llamados “perseguidos políticos”.
La casa de los derechos humanos se ha convertido en el botín de dos grupos antagónicos de activistas afines y contrarios al gobierno en un país polarizado desde la crisis política de 2019 cuando el entonces presidente Evo Morales renunció forzado por denuncias de fraude electoral cuando buscaba un cuarto mandato consecutivo. Las protestas dejaron 37 muertos.
Los buenos oficios del Defensor del Pueblo y de la misma justicia que han instado a las partes a buscar una salida de consenso, no han prosperado, pero la protesta de la anciana activista le ha ganado apoyo. Los transeúntes que pasan por las puertas la sede de la APDHB le expresan su apoyo desde la calle. Un grupo de policías hace guardia permanente desde hace 50 días para evitar choques entre grupos antagónicos.
La viceministra de Salud, Alejandra Hidalgo, dijo que el gobierno no se pronunciará sobre el conflicto, y que Carvajal rechazó al equipo médico que llevó para revisar a la activista. La anciana padece de deshidratación, según sus allegados.
Carvajal hizo carrera en la defensa de los derechos humanos desde las dictaduras militares de fines de los años 70. Nació en España y llegó a Bolivia como religiosa para después vincularse con las luchas sociales.