Bate Urgessa, un destacado líder de la oposición etíope, fue encontrado muerto en circunstancias sospechosas al costado de una carretera en Meki, su ciudad natal en la conflictiva región de Oromia. Urgessa, de 41 años, alto funcionario del Frente de Liberación Oromo (OLF) y crítico abierto del gobierno, había sido encarcelado repetidamente en el pasado debido a sus actividades políticas.
Fuentes locales, incluido el Addis Standard, informaron que individuos parecidos a fuerzas de seguridad del gobierno fueron vistos secuestrando a Urgessa en su habitación de hotel el martes por la noche. A pesar de estas acusaciones, el gobierno regional de Oromia ha negado cualquier implicación de las fuerzas de seguridad en su muerte.
Este incidente es parte de una tendencia inquietante en Etiopía, donde figuras políticas y culturales, particularmente aquellas asociadas con la comunidad Oromo, se han convertido cada vez más en blanco de violencia. El OLF emitió un comunicado condenando el «brutal asesinato» de Urgessa, describiéndolo como un «alma Oromo elocuente, valiente y desinteresada». Criticaron el actual «ejecución extrajudicial e injustificada» de líderes oromo como un esfuerzo sistemático para silenciar a la comunidad.
El asesinato ha provocado una indignación generalizada en las redes sociales, y las organizaciones de derechos humanos piden justicia. Daniel Bekele, comisionado jefe de la Comisión Etíope de Derechos Humanos (EHRC), ha instado a las autoridades federales a tomar medidas inmediatas para responsabilizar a los perpetradores.
Las interrupciones en las comunicaciones en Meki han generado preocupación sobre posibles disturbios, aunque aún no está claro si la muerte de Urgessa dará lugar a protestas. A pesar de enfrentar repetidos arrestos, Urgessa había sido un firme defensor de la disidencia no violenta. Su último arresto se produjo en febrero, cuando las fuerzas de seguridad lo acusaron de incitar a los disturbios mientras era entrevistado por el periodista francés Antoine Galindo.
El OLF, que pasó de ser un grupo armado a ser un partido político tras deponer las armas en 2018, ha expresado su desilusión con el gobierno del primer ministro Abiy Ahmed. El grupo, que representa a la comunidad étnica más grande de Etiopía, ha boicoteado las elecciones y alegado discriminación y persecución por parte de las élites gobernantes del país.
Mientras las tensiones siguen aumentando, la muerte de Bate Urgessa es un sombrío recordatorio del volátil panorama político en Etiopía, donde la lucha por los derechos y el reconocimiento a menudo tiene consecuencias trágicas.