Para profesionales como Alejandro Cegarra, cuyo trabajo ha ido evolucionando constantemente en Venezuela y el exterior, la fotografía es vida. Bajo esa premisa ha hecho grandes trabajos fotográficos que le han merecido el reconocimiento internacional y de especialistas en la materia.
Recientemente, el venezolano fue reconocido con el World Press Photo por segunda ocasión en seis años.
“Fue un momento como de alivio, de saber que tantos años de esfuerzo estaban siendo de alguna forma u otros reconocidos por mis pares, por gente que son también fotógrafos de muy alto nivel, que trabajan para medios de mucha exigencia, y es como una validación de tus pares, creo que es una sensación muy bonita”, comenta el fotógrafo venezolano a la Voz de America sobre el reconocimiento que acaba de recibir.
Este premio lo recibió en la categoría de largo plazo en la región de América del Norte y Centro gracias a un trabajo fotográfico sobre las caravanas de migrantes en Mexico.
Específicamente gracias a una imagen que muestra a un migrante sobre el tren conocido como La Bestia, símbolo del riesgoo viaje que emprenden millas de personas para llegar a Estados Unidos. Junto a él otra venezolana resultó ganadora. Se trata de Adriana Loureiro Fernández, quien ganó por un trabajo sobre la decadencia de la industria petrolera venezolana.
La responsabilidad de retratar migrantes
El proyecto con el que Alejandro Cegarra ganó este año el World Press Photo se centra en la externalización de la frontera entre Estados Unidos y México, y por ende retrata todo lo que ocurre en esa zona y en las medidas que toman ambos gobiernos para intentar detener la llegada de migrantes.
“El proyecto también salta a la frontera para revisar qué está haciendo Estados Unidos para detener a los migrantes. Por eso el proyecto se llama Los Dos Muros, no es nada más el muro que conocemos en Texas, en Arizona o en Tijuana, sino es el muro que México ha instalado, un muro humano y también un muro administrativo y un muro psicológico para evitar. que los migrantes signan fluyendo hacia Estados Unidos”, detalla.
Además del reto que supone un proyecto de esta naturaleza, para el fotógrafo hay otro reto: retratar y documentar la travesía de los migrantes separando su propia naturaleza de migrante, ya que el venezolano también lo es. Pese a ello reconoce que este lazo hace que tenga más afinidad con ellos y muchos se abren aún más cuando saben su historia y reconocen las similitudes.
“Creo que hay un entendimiento fundamental entre inmigrantes, sin importar de dónde sean (…) Todos los migrantes se abren mucho, entonces hay como una complicidad. Y yo soy recíproco con eso al no ser cruel con la cámara. Yo no quiero ser cruel con la cámara, yo no quiero ser cruel en mis fotos. Entonces es un dar y dar, ellos me dan como una puerta y yo les doy mi absoluto respeto y reflejo eso con la cámara”, afirma.
Casi 15 años dedicados a la fotografía.
Alejandro Cegarra se interesó desde muy joven por la fotografía. Comenzó hace 15 años como suplente en un periódico local y poco a poco fue adquiriendo experiencia hasta que logró entrar a una agencia de noticias internacional, y posteriormente como trabajador independiente.
En 2017, tras retratar en varias oportunidades la crisis venezolana y las protestas contra el gobierno nacional, el profesional decidió emigrar a México en busca de mejores oportunidades y también de la internacionalización de su trabajo.
Cegarra asegura que es parte de una generación de fotógrafos que retrató la crisis venezolana y luego emigró a buscar otros rumbos. “La crisis política y todo lo que está pasando en Venezuela, nos curtió muchísimo”, menciona.
Ahora, afirma que también representa al fotógrafo latinoamericano que trata de trabajar para grandes medios y mantenerse vigente. Por eso considera un gran reconocimiento de honor como el World Press Photo, porque es una muestra de que sí se puede y ayuda también a abrir las puertas a otros fotógrafos de la región que están comenzando en la profesión.
“Yo creo que es un trabajo en conjunto que no se ve, y todos estos esfuerzos y todos estos premios, son trabajos en colectivo, que son premios individuales, pero son totalmente trabajos en equipo, son esfuerzos colectivos”, apunta.
Con recibos como el que acaba de recibir, Cegarra solo piensa en seguir mejorando su trabajo periodístico a través de la fotografía, un arte que considera que es vida.
“Estamos los que nos profesionalizamos en eso, y utilizando la fotografía queremos llevar conciencia sobre problemas. Entonces, la fotografía es vida, la fotografía es como una carta de amor al tiempo, pero también a la vez, es como un compromiso y es una pasión. Principalmente yo lo veo para mí como un compromiso, y un compromiso hacia vivir y hacia la vida”, concluye el fotógrafo de 34 años.
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