Esta historia fue traducida de ATPTour.com/es.
El ruido que rodea a Carlos Alcaraz en cualquier torneo ATP Tour siempre es ensordecedor, pero no solo entre sus fanáticos mientras compite, practica o se mueve por el recinto. Cuando vuelve a las zonas privadas como los vestuarios y la sala de jugadores también le cuesta encontrar el silencio.
Le inundan los mensajes de felicitación por donde pasa, las exclamaciones de sorpresa por su sola presencia, la gente que le pide autógrafos y fotos -incluso con jugadores-, y los que quieren entablar conversación con él. Y, sin embargo, trata a todos como amigos. En medio de todo el alboroto, es fácil escuchar sus corteses saludos para cualquiera que se cruce en su camino.
“Trato de ser amable, cálido, llevarme bien con todos. Es más importante ser una buena persona que cualquier otra cosa. Al final de mi carrera me gustaría que la gente me recordara, más que como un tenista, como alguien con buenos valores. Al final del día, solo pasas unas pocas horas al día en la cancha, el resto de tu vida estás fuera. Por eso en esos momentos también trato de usar los modales que me enseñaron mis padres”, explica la reciente campeona de Wimbledon.
A juzgar por las opiniones de algunos de sus compañeros, parece que está logrando su objetivo. “Como tenista, no hay duda”, dice el argentino Facundo Bagnis de Alcaraz, a quien conoce desde que se cruzaron en el ATP Challenger Tour. “Pero creo que es una persona aún mejor. Es tan bueno y educado… Al final, eso es lo que importa”.
Muchos otros jugadores están de acuerdo.
“Es un tipo 10 sobre 10, muy divertido y simpático”, dice el español Roberto Carballes Baena. “Te desea suerte siempre que juegas, te pregunta cómo estás, te habla con normalidad. Es increíble que esté a un nivel tan alto y gane torneos tan grandes, y que sea tan normal. Sigue siendo el mismo que cuando lo conocí hace muchos años entrenando juntos en España”.
La humildad y espontaneidad de Alcaraz con su afición y ante las cámaras y la prensa también queda patente para muchos de sus compañeros. Pero su educación no es la única razón de su comportamiento fuera de la cancha. Su cercanía con Juan Carlos Ferrero también es un factor. El ex No. 1 del mundo juega un papel muy importante en mantener los pies de su pupilo firmemente en el suelo y asegurarse de que no olvide sus raíces.
“Es un chico encantador y humilde. Su entrenador está haciendo un trabajo fenomenal guiándolo en ese sentido porque él ha pasado por lo mismo. Estoy muy feliz de que todo les vaya tan bien», dijo Roberto Bautista Agut.
Alejandro Davidovich Fokina coincide: “Lo han educado con grandes valores, pero tener como entrenador a un ex número 1 del mundo como Juanki también es una ventaja para él, porque lo ayuda diciéndole cómo progresar y cómo actuar”.
Alcaraz puede estar apurado por abandonar la sede de un torneo, en la zona mientras espera para ingresar a la pista central, o enojado al salir después de una derrota… pero incluso durante esos momentos tensos, está feliz de tener una interacción amistosa con los demás.
“Hay jugadores que se ponen más serios en la competición, y fuera de la cancha son distantes. Yo soy todo lo contrario, trato de llevarme bien con todos”, dijo Alcaraz. “Al final del día, son personas con las que pasaré todo el año. No llevarse bien con esa gente no sirve de nada.
No es coincidencia entonces que sus mayores rivales sean algunos de sus mejores amigos en la gira. Tal es el caso de Jannik Sinner. Tras caer ante el italiano en las semifinales del ATP Masters 1000 de Miami el pasado mes de marzo, el español le deseó suerte para la final. “Anímate, te animaré”, le dijo con una sonrisa mientras se estrechaban la mano.
Su carisma es tan evidente en el vestuario que incluso algunas de sus víctimas, aún conmocionadas por la derrota, se alegran en parte por Carlitos. Esto fue visible en la primera temporada de la serie Break Point de Netflix, cuando Frances Tiafoe buscó al español después de perder ante él en las semifinales del US Open 2022. “Vas a ser el número 1 del mundo. Te lo mereces”, le dijo el estadounidense mientras se abrazaban.
Su carácter, combinado con su éxito prematuro, lo convierten en una personalidad magnética para muchos, incluidas otras estrellas del juego. Horacio Zeballos, por ejemplo, fue uno de los que le pidió una foto tras su exitosa participación en Wimbledon.
“Gracias por su humildad habitual”, dijo el argentino en su publicación de Instagram de su foto con el No. 1 en el Ranking ATP de Pepperstone. “¡Eres el mejor!”, respondió Alcaraz.
Parece que cuanto más éxito tiene en la cancha, más accesible y humano se vuelve fuera de ella. Una anécdota de Bagnis es prueba de ello.
“Una vez le pedí un video de cumpleaños para un amigo”, recuerda Bagnis. “Él podría haberme dicho que no, ignorarme o decirme en qué día hacerlo. Pero él respondió preguntándome cuándo tenía tiempo para que pudiéramos hacerlo. Pensé que eso era realmente algo.
“Me estaba haciendo un favor y terminó considerando mi disponibilidad. Es increíble que alguien tan importante y tan bueno siga siendo tan amable, educado y correcto”.
No es casualidad que Alcaraz sea uno de los jugadores más queridos entre la afición, sus compañeros y los amantes del tenis en general. Sin embargo, su éxito en la cancha es solo una razón menor de su popularidad.