Yasmin Williams es una de las guitarristas más inventivas de la última década, una artista dedicada a implementar aparentemente todas las técnicas imaginables para extraer nuevos sonidos e ideas de su instrumento. Martilla las cuerdas, golpea el cuerpo y golpea los trastes; rasguea, tamborilea y puntea con tal velocidad y agilidad que sus actuaciones parecen juegos de manos, como si le debiera tanto a Ricky Jay como a Leo Kottke. Pero todo está al servicio de sus canciones tensas y elegantemente compuestas, a las que aborda con ojo de narradora en busca de escenarios y especificidades, tal como lo haría un letrista. Williams no se limitó a escribir su álbum de 2021 Madera flotante urbana durante el tumultuoso año 2020, pero lo escribió acerca de esos tiempos difíciles. “I Wonder (Song for Michael)” fue una de varias inspiradas en las manifestaciones a las que asistió en Washington, DC. Pero en lugar de evocar la conmoción y el peligro de enfrentarse a la policía, Williams estaba mucho más interesada en la cálida camaradería que sentía por sus compañeros manifestantes, todos los cuales estaban asumiendo riesgos similares hacia un objetivo común.
Una cálida camaradería de un tipo diferente define su seguimiento, acadia. Es una expansión brillante e imaginativa del sonido de Williams, gregario donde Madera flotante urbana Sonaba reflexivo y solitario. Casi todas estas canciones cuentan con un grupo diferente de intérpretes: el dúo folklórico de Allison de Groot y Tatiana Hargreaves colorea “Hummingbird” con carreras de banjo y carretes de violín, respectivamente; el músico de jazz cósmico de Nashville rica rut agrega sintetizadores suaves a “Virga”. Dom Flemons toca los huesos del ritmo en “Cliffwalk” mientras los riffs de Williams se subdividen como fractales, agregando notas de gracia imposibles, y Manuel Wilkins Concluye el álbum con un extático solo de saxofón alto. Esa variada variedad de músicos refleja la variedad de intereses de Williams, que van desde el folk y los viejos tiempos hasta el jazz y la composición clásica.
acadia la lleva lejos de las calles de DC y hacia lo más profundo de los bosques y montañas. Lo indica tanto con los títulos de las canciones, como con la música misma. “Hummingbird” revolotea por un jardín, la guitarra y el banjo zumban alrededor de un tema central y se instalan en una plantilla familiar de antaño. Esta canción y varias otras se instalan en lo que suena como un final temprano, sólo para tomar vuelo nuevamente, como si la mente de Williams, como las alas de un colibrí, estuviera siempre en movimiento. En “Harvest”, elige largas líneas melódicas en su guitarra, que suenan como si tuvieran menos que ver con el trabajo físico de recoger cosechas y más con el placer del agotamiento. Casi se puede ver la puesta de sol sobre campos vacíos.