Cuando Luis Abinader asumió la presidencia de República Dominicana por primera vez en agosto de 2020, heredó un escenario de pesadilla.
Durante la pandemia del coronavirus, el número de casos confirmados de COVID-19 en la nación insular caribeña se disparó a más de 86.000, el turismo estaba prácticamente detenido y la economía se desplomó.
Ahora, su economía está en auge, con un récord de 10,8 millones de turistas que visitaron la nación el año pasado, y se espera que el crecimiento del PIB sea del 5% en 2024, uno de los más altos de América Latina. La pobreza está disminuyendo y la calidad de la educación está aumentando.
El éxito de Abinader al guiar a su nación a través de la crisis global sin precedentes fue la base de su arrolladora victoria electoral del domingoconsolidando su posición como uno de los políticos más populares del país y de América.
«Antes de 2020, los dominicanos creían que los políticos llegaban al poder sólo para enriquecerse a costa del sufrimiento del pueblo», dijo Jacqueline Jiménez, coeditora del libro «La política dominicana en el siglo XXI».
«Ahora, gracias a este nuevo Gobierno, esa mentalidad ha ido cambiando», añadió.
Abinader, de 56 años, también priorizó la lucha contra la corrupción en el país.
Antes de su primera presidencia, decenas de millas de dominicanos salieron a las calles en las mayores manifestaciones en décadas contra la corrupción tras un caso histórico de soborno contra funcionarios de alto rango.
En su primer día en el cargo, Abinader nombró como fiscal general a Miriam Germán Brito, exmagistrada de la Corte Suprema. Un año después, la Unión Europea le concedió su Premio de Derechos Humanos por su «lucha contra la corrupción ya favor de la transparencia y la justicia».
El gobierno de Abinader también ha fortalecido las leyes electorales del país, lo que provocó elogios en abril de la Organización de Estados Americanos (OEA), que destacaron los cambios de políticas para fortalecer la transparencia y la equidad en el financiamiento de campañas.
A pesar de los pasos concretos hacia el fortalecimiento de las aún incipientes instituciones del país, Geovanny Vicente-Romero, un estratega político dominicano radicado en Washington y que conoce personalmente a Abinader, dijo a Reuters que aún hay mucho por mejorar de cara a su segundo mandato, que iniciará en agosto.
«El gobierno de Abinader ha enfrentado críticas por no poder -o no querer- llevar a su propia gente ante la justicia, especialmente a aquellos de su círculo más cercano», dijo Vicente-Romero.
«Para que Abinader selle su legado contra la corrupción tendrá que mirar hacia adentro para realmente lograr un avance duradero en este sentido», agregó.
Los rivales de Abinader, un rico exempresario cuyo patrimonio declarado neto de 76 millones de dólares lo coloca entre los líderes más adinerados de la región, tal vez no sea el político impoluto que ha tratado de demostrar.
Un grupo liderado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) descubrió en 2021 que Abinader, quien también es el funcionario público más rico de República Dominicana, poseía al menos siete empresas extraterritoriales cuyos detalles eran turbios, cuando fue elegido.
Abinader, quien no fue condenado por ningún delito, dijo que había creado las sociedades «offshore» en un momento en que la ley de sociedades de su propio país se consideraba obsoleta.
Desde el inicio de su mandato, en agosto de 2020, ha donado su salario como presidente a programas sociales.
Ya que la ley electoral dominicana limita a los presidentes a dos mandatos, el legado de Abinader también dependerá de su manejo de las consecuencias de la crisis en el vecino Haití.
En 2022, el mandatario se puso un casco y ayudó a verter hormigón para un muy publicitado muro fronterizo con Haití, promocionado por el magnate Elon Musk, y que ha impulsado la deportación de inmigrantes ilegales.
«Nuestro lema de ahora en adelante será: ¡O luchamos juntos para salvar a Haití o luchamos solos para proteger a República Dominicana!», dijo Abinader en febrero en Naciones Unidas.
Esa postura le dio otra ventaja política interna, opinó Eric Farnsworth, experto en América Latina del Americas Society/Council of the Americas (AS/COA).
«Se enfrenta a algunas críticas (…) fuera de República Dominicana, pero no muchas internamente, lo que debilita a Haití como una cuestión política», dijo Farnsworth.
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