Como si fuera ayer, el fotoperiodista mexicano Miguel Ángel López Solana recuerda el día en que todo cambió para él.
“Lo primero que encontré fue la puerta destrozada, toda destrozada, cuando subo las escaleras lo primero que veo es a mi madre fuera de la alcoba ya mi papá adentro con la cara golpeada, corrí a la habitación de mi hermano, y ví su cuerpo boca abajo, todos ellos fueron asesinados con un disparo en la parte posterior de la cabeza”, comentó a la Voz de América.
López Solana es uno de los hijos sobrevivientes del reportero Miguel Ángel López Velasco, periodista veracruzano, asesinado junto a su esposa y uno de sus hijos en 2011.
“Velasco era un reportero de la cobertura diaria, que se encargó de editar la noticia de seguridad, mi hermano y yo trabajábamos con él, tomaba las fotos, mi papá me llamó para ir al lugar de la historia y así lo hizo por más de 20 años”, dijo López Solana a la VOA.
El Comité para la Protección de los Periodistas dice que México es uno de los lugares más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo fuera de una zona de guerra activa. Los activistas por la libertad de prensa y otros periodistas argumentan que la impunidad, el crimen y el acoso estatal y el crimen organizado son algunos de los desafíos que enfrentan a diario.
“La existencia del crimen organizado en su gran mayoría en las regiones y estados de México, su colusión con funcionarios públicos es sumamente importante porque significa que los periodistas no solo son vulnerables a través de esto, sino que también tienen que lidiar constantemente con jugadores de poder extremo que están dispuestos a usar la fuerza letal contra ellos”, aseguró Jan-Albert Hootsen, director del CPJ en la Ciudad de México.
En la antesala de las conmemoraciones del 3 de mayo, el Tribunal Popular de los Pueblos viajó a la Ciudad de México para celebrar audiencias sobre tres casos en los que los fiscales dicen que el Estado tuvo participación o fue negligente en la obtención de justicia. Uno de los casos es el de Miguel Ángel López Velasco.
Ahora, más de una década después de su muerte, el tribunal está tratando de crear conciencia sobre la muerte de Velasco y otros periodistas. “Este no es un asesinato aislado; esto es parte de un afán de controlar y silenciar el trabajo de profesionales que están exponiendo realidades que por supuesto incomodan a políticos y corruptos”, dijo Almudena Bernabeu, fiscal del Tribunal Popular por el Asesinato de Periodistas.
Durante la audiencia de dos días, el tribunal organizado por Free Press Unlimited, el Comité para la Protección de los Periodistas, entre otros expertos, escucharon a testigos, familiares y otros periodistas sobre casos de asesinatos, violencia, acosos y autocensura.
La periodista de investigación Anabel Hernández ha resistido ataques y amenazas a su vida por hacer su trabajo como periodista, indagando en corrupción. “He vivido en el exilio involuntario desde 2014, porque el gobierno mexicano no ha tenido la capacidad de Estado para protegerme”.
El gobierno de México no respondió a la solicitud directa de la Voz de América para comentar sobre el Tribunal, pero la oficina de relaciones con la prensa del presidente Andrés Manuel López Obrador dijo a la VOA que “se avanza en la erradicación de la impunidad en los crímenes contra periodistas. Se están tomando medidas contra los sospechosos en al menos seis de los casos de este año, dice el comunicado”.
Para la codirectora y periodista del Semanario zeta, Adela Navarro, ganadora de la medalla del premio María Moors Cabot de la Universidad de Columbia el año pasado, los desafíos y riesgos en México son cada vez mayores y la protección para los periodistas en el país es limitada e inadecuada. “Lo que significa es que no tenemos estado de derecho en México. Si tuviéramos estado de derecho, los asesinos de periodistas estarían en la cárcel, pero en el 98 % ciento de los casos no es así”.
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A pesar de que el tribunal no tiene poder para enjuiciar a nadie, sino que trabaja para resaltar las circunstancias de los asesinatos y crear conciencia. La esperanza es que al mantener vivos estos casos, los tribunales puedan comenzar a construir un entorno en el que los periodistas puedan sentirse un poco más seguros haciendo su trabajo.
“Hace tiempo que no hablo del caso de mi padre”, recuerda López Solana, siempre tuve miedo, pero hace poco me dieron asilo en Estados Unidos y en ese proceso encontré la paz, este año regresé a México para hablar de su caso. Es hora de mirar hacia adelante”.
López Solana agradeció a los integrantes del Tribunal durante su testimonio diciendo: “Espero que este Tribunal pueda ser una punta de lanza para acabar con la impunidad que prevalece en México”.
[Enlace a la versión en inglés de este artículo]
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