“Hoy quiero que el mundo sepa que eran campesinos”, dijo Néstor Guillermo Gutiérrez, excabo del ejército colombiano, sobre sus víctimas, “que como militar los asesiné cobardemente, les robé los hijos sueños, les arranqué el corazón a sus madres, por presión, para producir resultados, para producir falsos resultados, para hacer feliz a un gobierno. No está bien.»
Los magistrados de la corte creen que sus víctimas son solo una pequeña fracción de los asesinados entre 2002 y 2008, durante la presidencia de Álvaro Uribe, como parte de la estrategia de los falsos positivos. En total, dijo el tribunal en un reciente informe de investigación que los militares son responsables de matar a 6.402 civiles y afirmar que eran rebeldes.
Durante años, muchos colombianos han exigido saber quién fue la figura más alta con conocimiento del esquema, quién fue la figura más alta para orquestarlo y por qué el Sr. Uribe no lo detuvo.
Los grupos de derechos humanos y la oficina de derechos humanos de las Naciones Unidas habían dado la alarma sobre muertes sospechosas al menos desde 2005.
La audiencia no respondió quién fue el responsable final de la estrategia. El general Coronado es el funcionario de más alto rango en admitir responsabilidad en el caso de los falsos positivos, pero su confesión se centró en su falta de supervisión de los demás.
“No cumplí con la primera lección que me dieron cuando entré a la escuela militar: el comandante es responsable de lo que hacen y dejan de hacer sus subordinados”, dijo en la corte. “Acepto mi responsabilidad por haberme desempeñado como superior jerárquico”.
Las audiencias también destacaron un nivel de coordinación institucional diseñado para encubrir la verdad.
“Nos quedamos despiertos toda la noche haciendo documentación, cambiando documentación, incluso borrando documentación”, dijo Juan Carlos Chaparro, mayor jubilado. “Y siempre, después de que todo terminaba, empañando el nombre de sus familiares, llamándolos lo que en realidad no eran”.