Nuestro cuerpo no es sólo humano: es el hogar de billones de microorganismos que se encuentran dentro o sobre nosotros. De hecho, hay más microbios en nuestro intestino que estrellas en la vía láctea. Estos microbios son esenciales para la salud humana, pero los científicos aún están averiguando exactamente qué hacen y cómo ayudan.
En un nuevo estudio, publicado en Microbiología de la naturalezamis colegas y yo exploramos cómo ciertas bacterias intestinales, un grupo conocido como Enterobacteriaceae, pueden protegernos de las dañinas. Estas bacterias incluyen especies como Escherichia coli (E coli). Normalmente es inofensivo en pequeñas cantidades, pero puede causar infecciones y otros problemas de salud si crece demasiado.
Descubrimos que nuestro entorno intestinal, determinado por factores como la dieta, desempeña un papel importante a la hora de mantener bajo control las bacterias potencialmente dañinas.
Para llegar a esta conclusión, analizamos más de 12.000 muestras de heces de personas en 45 países. Utilizando tecnologías de secuenciación de ADN, pudimos identificar y cuantificar los microbios detectados en cada muestra. Descubrimos que la composición del microbioma intestinal de las personas con enterobacterias era fundamentalmente diferente de la de aquellas que no las tenían.
Al analizar estos microbios y sus genes, pudimos predecir con precisión (aproximadamente el 80% de las veces) si alguien tenía enterobacterias en el intestino. Esto nos mostró que los tipos de bacterias en nuestro intestino están estrechamente relacionados con la capacidad de las especies dañinas para tomar el control.
Profundizando más, descubrimos dos grupos de bacterias: las que prosperaban junto a las Enterobacteriaceae (las llamadas «co-colonizadoras») y las que rara vez se encontraban juntas («co-excluidas»).
Un tipo de bacteria coexcluida, llamada Faecalibacterium, destacó como particularmente importante. Produce sustancias químicas llamadas ácidos grasos de cadena corta al descomponer una variedad de fibras en nuestra dieta. Esto, a su vez, puede impedir el crecimiento de bacterias dañinas como las enterobacterias.
La presencia de estos ácidos grasos fue una de las señales más fuertes que observamos entre los coexcluidos y los coconizadores. También han sido previamente implicado en una amplia gama de beneficios para la salud, como reducción de la inflamación y mejora de la función intestinal.
Otra observación intrigante de nuestro estudio fue que los coconizadores (bacterias que viven junto a las enterobacterias) eran más adaptables. Tenían diversas capacidades para descomponer diferentes nutrientes y podían sobrevivir en entornos que también se adaptaban a las enterobacterias.
Esto fue especialmente sorprendente ya que estudios previos en ratones han argumentado que las bacterias que comen los mismos tipos de alimentos y nutrientes tendrían dificultades para vivir juntas en el intestino. Esto nuevamente señaló el hecho de que las condiciones ambientales intestinales (nutrientes, pH, nivel de oxígeno) son los principales factores que determinan si una persona va a ser colonizada o no por enterobacterias en su intestino.
Más eficaz que los probióticos.
Nuestros hallazgos podrían conducir a nuevas formas de prevenir y tratar infecciones sin antibióticos. Por ejemplo, en lugar de matar las bacterias dañinas directamente (lo que también puede dañar las bacterias buenas), podríamos estimular las coexclusiones o crear dietas que favorezcan su crecimiento.
Esta estrategia puede ser más efectiva que tomar probióticos directamente, ya que anteriormente se ha demostrado que las nuevas bacterias agregadas al tracto intestinal solo viven durante un período limitado en el intestino. También podríamos apuntar a vías específicas que las bacterias dañinas utilizan para sobrevivir, haciéndolas menos amenazantes.
Si bien nuestra investigación proporciona conocimientos nuevos e importantes, todavía queda mucho por aprender. Muchas regiones, incluidas partes de América del Sur y África, están subrepresentadas en los estudios del microbioma. Esto limita nuestra comprensión de cómo varían las bacterias intestinales entre diferentes poblaciones.
Además, si bien nuestro estudio destaca patrones e interacciones importantes, todavía no entendemos completamente las causas y mecanismos detrás de estas relaciones.
Las investigaciones futuras integrarán herramientas adicionales, como la metabolómica (que estudia las sustancias químicas que producen los microbios) y la transcriptómica (que estudia cómo se activan los genes), para crear una imagen más clara de cómo funciona el ecosistema intestinal en beneficio de nuestra salud.
Además, los próximos pasos deberían centrarse en diseñar estudios para comprobar si tipos específicos de dietas (por ejemplo, altas en fibra versus bajas en fibra) afectan la incidencia de bacterias potencialmente dañinas y otras enfermedades a largo plazo. Al comprender mejor cómo interactúan y se comunican los microbios en nuestro intestino, podremos desarrollar terapias sin antibióticos más precisas para protegernos contra infecciones en el futuro.
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Citación: La fibra puede ayudar a proteger su intestino del crecimiento excesivo de insectos dañinos: nuevo estudio (2025, 11 de enero) obtenido el 12 de enero de 2025 de https://medicalxpress.com/news/2025-01-fiber-gut-overgrowth-bugs.html
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