Fue la amplitud lo que hizo Percibe su belleza, reconoce su graciaEl pensativo disco de jazz ambiental de Shabaka Hutchings, tan notable. En todos los proyectos anteriores de Shabaka (Sons of Kemet, the Comet Is Coming y Shabaka and the Ancestors), los jugadores se amontonaban uno encima del otro, piedras escarpadas apiladas en una imponente pared de sonido. Para Percibe su bellezaShabaka dejó a un lado su duro saxo tenor y lo reemplazó con la suave paleta de acuarela de la flauta y el clarinete. Incluso en las composiciones más concurridas del álbum, como la extensa “I’ll Do Anyway You Want” o el groover polirrítmico “Cuerpo para habitar”, se podía escuchar la distancia entre cada instrumento: Shabaka y sus colaboradores alcanzando la trascendencia a través de un tipo diferente de expansividad.
Hay mucho menos espacio en Posesiónel seguimiento de Shabaka a Percibe su bellezapero estas canciones oscuras se desarrollan con igual gracia, como una onagra en flor. Los instrumentos de viento de madera de Shabaka están en constante muda y los extremos de los ecos se asientan en el fecundo humus. Las texturas llenan el campo estéreo: los acordes zumbantes irradian silenciosamente en el fondo como el zumbido de un aparato eléctrico. La percusión filtrada suena como maquinaria lejana. La delicada belleza de su predecesor permanece, pero Posesión es un poco más sombrío. Una fina corriente de ansiedad recorre cada una de sus cinco canciones.
El abridor “Timepieces” ilustra este punto de manera más explícita, comenzando con un piano que gira sobre sí mismo como un .gif amortiguador y gemidos distantes y lúgubres bañados en reverberación. Mientras el patrón del tambor cobra vida, el rapero billy woods describe los contornos de un tipo específico de desamor adulto, uno en el que quienes antes estaban entrelazados nunca pueden soltarse por completo. El clarinete de Shabaka se mueve a través de las sílabas de las maderas, su flauta repite una figura circular y las armonías corales sin palabras añaden una profundidad que pasa casi desapercibida al principio. Aunque cada tono tiene un borde redondeado, la cadencia brusca de Woods y sus letras desgarradoras ofrecen un contrapeso; la canción exuda el aguijón de un recuerdo agridulce.
Esa tranquilidad y tensión competitivas tiñen la mayor parte de Posesión. En “To the Moon”, muestras de grillos crean el fondo de ruido, sobre el cual los disparadores arrítmicos de un teclado digital forman una almohadilla vidriosa y ondulante. Mientras Shabaka y André 3000 giran uno alrededor del otro, todo se derrite: sus flautas se superponen con un vibráfono, que a su vez se superpone con una guitarra que suena. Un hang drum emerge de la bruma, gradualmente superado por una línea de bajo de onda sinusoidal. Durante “Reaching Back Towards Eternity”, el clarinete lastimero de Shabaka se desliza sobre el piano de repuesto de Nduduzo Makhathini mientras los sintetizadores de Surya Botofasina y la tenue percusión de Carlos Niño profundizan el ambiente sombrío. Hay un dolor exquisito en esta música, la yuxtaposición del brillante follaje otoñal contra un cielo gris y nublado.
“Timepieces” es el punto de partida más marcado, pero las cinco pistas Posesión lleva la mezcla de Shabaka de New Age, jazz y hip-hop más lejos, cada uno en una dirección ligeramente diferente. Las canciones se sienten demasiado distintas unas de otras para ser una colección de sobras o caras B, aunque “I’ve Been Listening”, que presenta a Elucid, Brandee Younger y Esperanza Spalding, el mismo equipo que produjo Percibe su belleza El destacado “Body to Inhabit” ocupa un espacio más brillante y místico que no se sincroniza del todo con la vibra incómoda del EP. Posesión demuestra el entusiasmo de Shabaka por juguetear con la fórmula, por explorar cómo su maximalismo anterior podría aplicarse a la música más escasa e interna que ha estado haciendo desde que regresó a la flauta. No todo el ruido que nos rodea es ensordecedor, pero es constante, y quizás la única forma de transformarnos sea plegarnos al estruendo envolvente.