Capturado en fotografías de la ONU. Avenida Banderaspuedes ver el ensayo fotográfico completo aquí.
Llueva o haga sol
Cuando las condiciones climáticas son favorables, es decir, por encima del punto de congelación, las banderas comienzan su ascenso a las 8 a. m. en punto.
Con manos firmes y determinación inquebrantable, los oficiales de seguridad de la ONU emprenden la tarea de izar las banderas de los 193 Estados miembros.
Sin embargo, la coreografía no concluye con esta metáfora que apunta a una armonía global ideal.
A lo largo del día, estas banderas ondean como centinelas sobre la bulliciosa Primera Avenida, encarnando la esencia misma de la identidad y la misión de las Naciones Unidas.
De Afganistán a Zimbabue
A cada Estado miembro de la ONU se le asigna su propio lugar en la lista alfabética de norte a sur, desde Afganistán hasta Zimbabwe.
En 2015, a los dos Estados observadores no miembros de la ONU (la Santa Sede y el Estado de Palestina) se les asignaron sus propios mástiles.
Todos ellos encuentran representación en esta muestra simbólica de unidad.
Tradiciones en crecimiento
Cuando las Naciones Unidas se mudaron al edificio de la Secretaría a principios de la década de 1950, había poco más de 50 Estados miembros. Hoy, el número casi se ha cuadriplicado.
Los fines de semana sólo se iza la bandera de la ONU. Hay una excepción. Durante la semana de alto nivel de la Asamblea General de la ONU en septiembre, las banderas de la ONU y del mundo permanecen ondeando las 24 horas del día.
¿Qué distancia recorren los mástiles de las banderas que representan a los 195 Estados miembros y observadores de la ONU? Exactamente seis cuadras de la ciudad de Nueva York.
Recorren la Primera Avenida desde la calle 42 hasta la calle 48 en el corazón de Manhattan, donde la tradición de izar la bandera continúa hasta el siglo XXI.
Recordatorio único de que ninguna nación está sola
Cuando el reloj marca las 4 de la tarde, es hora de arriar las banderas.
Una vez más, la dedicación y diligencia mostradas por los oficiales de seguridad infunden al frente del campus un sentido de propósito, transformando una simple escena callejera en un escenario importante para los asuntos globales.
Para aquellos que buscan ser testigos de este recordatorio único de que ninguna nación está sola en la búsqueda de un mundo más brillante, no hay mejor momento que una soleada mañana de invierno o una cálida tarde de primavera cuando se desarrolla este rutinario pero significativo ritual.