Si tenemos la suerte de vivir lo suficiente, creamos hermosos recuerdos que se deforman, se astillan y, eventualmente, se desvanecen por completo. Merope, el proyecto folk experimental lituano-belga dirigido por los multiinstrumentistas Indrė Jurgelevičiūtė y Bert Cools, aprovecha esa hermosa devastación en Vėjula. El dúo aborda cada sonido con reverente curiosidad, arreglando sus canciones con el cuidado de quien diseña una caja de sombras. Cada bucle de muestra, gorgoteo del sintetizador y fragmento vocal se ubican así, brillando cuando la luz se refleja y se desvanece suavemente como el sol del final de la tarde. Es un disco suavemente imponente, que no construye un mundo sino que lo revela. Siempre hay mucho que destacar, pero es casi imposible asimilarlo todo a la vez.
Vėjula es el quinto álbum de Merope, pero el primero en abrazar plenamente sus diáfanas inclinaciones New Age. La banda comenzó como un quinteto de “músicas del mundo alternativo” que abarcaba toda la UE, utilizando instrumentos acústicos, efectos de procesamiento de luz y florituras de jazz suave para evocar suaves ritmos pastorales. Merope reducido a un trío para 2018 naktės y 2021 Salósreinterpretando canciones populares lituanas con un mayor uso de la electrónica y, en el caso de Salósun coro de cámara de 24 personas. Jurgelevičiūtė y Cools hechos Vėjula como dúo, pero invitó a colaboradores como Shahzad Ismaily, Laraaji y Bill Frisell al grupo. hablando con el Centro Bozar de Bellas Artes En Bruselas, Cools describió el proceso detrás Vėjula como ejercicio de presencia. “Nunca sabes cuándo vas a encontrar una canción. Podría ser en algo muy pequeño”, explicó. «Es mágico».
Los componentes básicos de cualquier composición de Merope son la voz de Jurgelevičiūtė y los kanklės, un instrumento de cuerda lituano parecido a una cítara cuyo brillo sonoro se asociaba tradicionalmente con la protección contra la muerte y los espíritus malignos. Aquí, Jurgelevičiūtė y Cools parecen más interesados en las posibilidades texturales que en el contexto folklórico clásico. Ambos elementos tienen sus propios momentos, sin adornos, en el centro de atención: las tristes melodías de Jurgelevičiūtė en “Lopšinė” (que en lituano significa “canción de cuna”), las ondas radiantes de “Vija”, solo para kanklės, pero más a menudo, están empalmados en teselas y organizados en mosaicos brillantes. En “Aglala”, micromuestras filtradas de la voz de Jurgelevičiūtė caen unas sobre otras antes de sumergirse bajo un grueso zumbido de sintetizador, y ocasionalmente salen a la superficie en busca de aire. Las muestras de Kanklė parpadean en el fondo de “Spindulė”, apareciendo y desenfocándose como fragmentos de una conversación escuchada por casualidad. La recontextualización es inspirada, uniendo el viejo mundo al nuevo sin perder ningún misticismo en el proceso.