El ritmo es lánguido y deliberado, lo que le da al álbum una sensación ligeramente severa. “Give Me Love (Give Me Peace on Earth)” y “Living in the Material World” aportan engañosas notas de brillo al principio, y “Don’t Let Me Wait Too Long” y “Try Some, Buy Some” camuflan su tempos con arreglos ornamentados. Pero en su mayor parte, Viviendo en el mundo material se basa en baladas y pop majestuoso interpretados tan lentamente que pueden confundirse con endechas.
La flexibilidad de la producción de Harrison ayuda a mitigar el aire de introspección resignada del álbum. Originalmente, había planeado reunirse con Phil Spector, quien dirigió Todas las cosas deben pasarpero Spector se había escondido en un hotel, bebiendo brandis de cereza hasta el punto de quedar incapacitado; Harrison finalmente decidió tomar las riendas él mismo, liderando nominalmente las sesiones en los recién bautizados estudios Savile Row de Apple, pero haciendo la mayor parte del seguimiento en FPSHOT, el estudio de su casa en Friar Park. Reunió a un grupo muy unido de compañeros de viaje. Klaus Voorman, un viejo amigo de los Beatles desde sus días en Hamburgo, se unió a una banda que incluía a los teclistas Nicky Hopkins y Gary Wright, además del baterista Jim Keltner y, ocasionalmente, Ringo Starr. Juntos, se retiran del ataque de Todas las cosas deben pasarentregando un álbum que tiene un tono íntimo sin importar cuán expansivo sea su sonido.
Esta edición del 50º aniversario de Viviendo en el mundo material enfatiza esa intimidad con un remix sencillo de Paul Hicks, quien anteriormente realizó una tarea similar en Todas las cosas deben pasar; un disco extra con tomas alternativas de cada canción del álbum; además de la cara B “Miss O’Dell” y “Sunshine Life for Me (Sail Away Raymond)”, una colaboración con la mayor parte de la banda que Harrison le dio a Starr para su ringo álbum. Generalmente, las tomas alternativas ofrecen poco más que diferencias sutiles, como la falta de instrumentación india durante la sección intermedia de “Living in the Material World”, pero el par de canciones que no son LP añaden una dosis de buen humor que evidentemente falta en el álbum original.
Aún así, el triste dominio de Harrison puede resultar bastante atractivo. E incluso en los momentos más tranquilos del disco—“Be Here Now” es tan lento que puede parecer como si estuviera quieto—los compañeros de banda de Harrison aportan calidez e incluso un swing sutil que suaviza su tendencia a caer en la acidez. Esa empatía musical finalmente le da al álbum su sensación de elevación, ofreciendo la sensación de que hay una luz parpadeando en algún lugar de la oscuridad. Al buscar lo espiritual, Harrison encuentra la comunión con sus colaboradores en el aquí y ahora.
Todos los productos presentados en Pitchfork son seleccionados de forma independiente por nuestros editores. Sin embargo, cuando compra algo a través de nuestros enlaces minoristas, podemos ganar una comisión de afiliado.