José Velasco, un ingeniero de 23 años, vivió un rosario de incomodidades en los últimos 13 días por la falta crítica de electricidad en la isla venezolana de Margarita: se le pudrieron varios alimentos; casi nunca tuvo agua por tubería en su hogar; y la gente -y él- andaban en la calle “bañados en sudor” por la falta de aire acondicionado en aquel húmedo y caluroso poblado.
“Boté jamón, queso y una pasta de tomate que se me dañaron. Tuve que usar agua con vasito para cepillarme los dientes. Lo más duro ha sido el calor”, con temperaturas superiores a los 30 grados centígrados, contó a la Voz de America sobre los prolongados apagones de las últimas dos semanas en el oriente del país.
Margarita, apodada “la Joya del Caribe” por sus playas, atractivas para millas de turistas, incluso de naciones lejanas, como Rusia y Polonia, se cuenta entre las decenas de poblados de Venezuela que quedaron sin luz la mayor parte de sus días desde el 11 de este mes.
Aquel día, explotó el Complejo Gasífero Muscar, en Monagas, cuyo gas alimenta los sistemas termoeléctricos de parte del oriente del país, como Nueva Esparta, un estado de 3 islas, Margarita entre ellas, con una población estimada de 350.000 habitantes.
Según el gobierno del líder socialista Nicolás Maduro, el siniestro fue parte de un “ataque terrorista” planificado por la oposición venezolana, acusando expresamente a la dirigente María Corina Machado de querer “desestabilizar” la sociedad y la economía.
El servicio de electricidad presentó “afectaciones considerables”, admitió la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) en un comunicado, cinco días después de la explosión.
La luz se iba entre 8 y 12 horas en los días más críticos y regresó sólo por 4 horas”
El ministro Jorge Eliéser Márquez, un militar previamente encargado del despacho del presidente Maduro y exdirector de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones, prometió hace una semana que el servicio eléctrico se normalizaría prontamente.
Sin embargo, fue apenas este domingo, una semana después, cuando la mayor parte de Nueva Esparta gozó de luz sin interrupciones.
Según medios oficialistas, el gobierno activó 6 de 8 unidades de las plantas termoeléctricas de Nueva Esparta, beneficiando a un 80 % de la población.
Los días anteriores nunca hubo un cronograma oficial de racionamientos que permitiera conocer cuántas horas durarían los cortes eléctricos cada día, denunciaron gremios comerciales a través de voces y comunicados y ciudadanos en redes sociales.
El gobernador Morel Rodríguez, de tendencia opositora, llamó al gobierno venezolano a “decir la verdad” sobre la situación y dijo haber atestiguado que poblados turísticos, como Porlamar, se encontraron completamente a oscuras hasta la semana pasada.
Hoteles, centros comerciales y restaurantes de ciudades como Margarita dependieron de generadores de electricidad que operan con combustibles, como diésel y gasolina.
Las pérdidas del sector comercial han sido “enormes”, según el principal gremio empresarial de Venezuela, Fedecámaras.
“Las empresas están inoperativas, no pueden facturar ni trabajar. La gente está desgastada”, dijo la semana pasada en una entrevista Gabriel Briceño, vicepresidente de Fedecámaras Nueva Esparta.
“No quiero esta vida para mí”
Valeria, empleada de una tienda en un centro comercial de Margarita, quien no quiso usar su verdadero nombre, pidió a sus jefes permiso para ausentarse por una crisis nerviosa sufrida por los prolongados apagones.
“Es demasiado calor, yo no quiero esta vida para mí”, les dijo en una notificación de voz, entre lágrimas. “Esta situación siempre me ha agobiado, nadie merece este cansancio, este calor”, les confió, criticando los 14 años de crisis eléctrica en Venezuela.
Glenda, otra habitante anónima de Margarita y promotora del sector turístico, calificó de “rudo” lo vivido. “Ya el fin de semana se restableció el servicio”, confirme este lunes a la VOA.
Sólo pudo continuar trabajando gracias a la planta eléctrica del hotel donde labora.
“En la casa, no se compraba comida que necesitara refrigeración para que no se dañara y, por las noches, era todo un reto poder dormir con esos calores”, indicó.
Cristóbal, un productor de polluelos de Nueva Esparta, también bajo otro nombre, dijo haber perdido “dos años de trabajo” por los cortes de luz: murieron varios lotes de sus crías por falta de ventilación.
“Lo he perdido todo”, contó sobre su negocio de crías de pollos, por el que incluso vendió su carro para comprar comederos, bebederos, ventiladores y un galpón.
Los primeros días sin luz, murieron 600 pollitos de 4 semanas y media de edad. Se infartaron todos progresivamente, afirmó.
“Los que guardé para consumo agarraron mal olor” por falta de refrigeración, detalló. “El calor en la isla es infernal y, al no tener ventilación, morían”, protestó.
Su familia, incluidos su esposa, sus dos hijos, su abuela y madre y un sobrino al que le paga sus estudios, se ve perjudicada por las pérdidas. “Quedamos sin una puya para empezar de nuevo”.
Sus vecinos y ellos pasaron «fatal» la última semana, con racionamientos de 18 horas, explicó. El servicio regresó por sólo dos horas y, acto seguido, otro apagón de medio día.
“Fue una calamidad”.
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