Adultismo: una forma de discriminación contra cualquier persona que no sea adulta. Surge de la creencia de que los niños (pero también los ancianos) son menos capaces y tienen puntos de vista menos válidos debido a conceptos erróneos sobre su capacidad para pensar y actuar de maneras complejas y matizadas.
Pero ¿qué pasaría si los niños fueran tan capaces como los adultos de contribuir significativamente a los debates sociales sobre cuestiones importantes como la justicia ecológica?
Este es el argumento de Natalie M. Fletcher, profesora asociada del Departamento de Filosofía de la UdeM y coordinadora científica del Institut Philosophie Citoyenneté Jeunesse.
El objetivo de su trabajo es que las opiniones de los jóvenes sean reconocidas como relevantes y valiosas. También promueve la creación de oportunidades para que los niños desarrollen sus habilidades de pensamiento crítico y practiquen el diálogo filosófico.
«Los niños son ciudadanos de pleno derecho y no sólo futuros miembros de la sociedad», afirma el experto en filosofía. «Deberíamos escuchar su sabiduría, ya que a veces los niños pueden comprender mejor ciertos temas que los adultos. Tomemos como ejemplo la amistad. Dado que la amistad es un aspecto tan central de la vida de los niños, los jóvenes tienden a tener puntos de vista más diversos y matizados sobre el tema que los adultos.»
El profesor Fletcher cree que si no tenemos en cuenta las opiniones de los niños, la sociedad pierde conocimientos y perspectivas importantes. De hecho, considera que excluye toda una dimensión del conocimiento.
Los niños y el medio ambiente
En opinión del profesor Fletcher, los niños y los jóvenes deberían tener más voz sobre el medio ambiente y la crisis climática porque estas cuestiones afectarán su futuro más que el de las personas mayores.
«Los jóvenes se preocupan mucho por el medio ambiente. Luchan contra la ansiedad ecológica y quieren actuar. Por eso debemos darles oportunidades para compartir sus preocupaciones y descubrir cómo convertirse en agentes de cambio», explicó.
Sus sugerencias incluyen hacer preguntas a los niños sobre la relación entre los humanos y la naturaleza, la posición de los humanos en relación con los animales, el vegetarianismo, la naturaleza como un derecho y otros temas relacionados. Curiosamente, señala que los niños en edad preescolar tienden a tener una visión animista en la que todo está vivo.
La filosofía como herramienta.
Según el profesor Fletcher, la filosofía es una forma de dar a los jóvenes capacidad de acción en cuestiones relacionadas con la naturaleza y el medio ambiente. Para los niños, el proceso se centra principalmente en el diálogo.
«Les ayudamos a desarrollar sus habilidades de escucha activa y a aprender a formular perspectivas, mientras nos aseguramos de que no tengan que cargar con toda la carga, ya que las políticas adultistas les impiden participar de manera tan significativa como les gustaría», dijo.
Este enfoque es la piedra angular de brilauna organización benéfica educativa fundada por el profesor Fletcher que tiene como objetivo inspirar a los jóvenes a través del diálogo filosófico y proyectos creativos.
«Los niños que participan en nuestros programas, a partir de los 5 o 6 años, desarrollan fuertes habilidades de pensamiento y aprenden a verse a sí mismos como agentes de cambio. Es como gimnasia mental y se vuelven muy buenos en eso», concluyó.
Citación: Respetar la sabiduría filosófica de los niños (2024, 10 de noviembre) obtenido el 10 de noviembre de 2024 en https://phys.org/news/2024-11-respecting-children-philosophical-wisdom.html
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