Café de esquina Lepanto, málaga. Crédito: Lepanto, Facbook.
Los clientes finales de Lepanto en la calle Larios de Málaga fueron atendidos después de cuarenta años de que la emblemática pastelería y cafetería de la esquina cerrara sus puertas por última vez.
Mientras que algunos se sorprendieron y entristecieron por la noticia, otros lo sabían y pasaron por un café con leche más y un pastelito antes de cerrar definitivamente.
Situado en una esquina de la calle más emblemática de la ciudad, vestido con su identidad comercial de color rosa brillante, el local se había convertido en un punto central de encuentro para los residentes durante 4 décadas, con un toque de elegancia y tanto un rasgo visual de la identidad malagueña como cualquier sitio turístico en el mapa. Lepanto era el lugar ideal para un desayuno tardío o una ‘merienda’ (hora del té). Era un lugar para ser visto y un lugar para observar el mundo pasar.
El negocio de Lepanto estaba en auge
Los empleados tampoco quedaron muy contentos. Tuvieron que luchar por su indemnización tras recibir la noticia del cierre del emblemático café. Según los propietarios, habían sufrido una fuerte caída en las ventas y no podían continuar en el mismo local. Sin embargo, esta noticia no convenció a los trabajadores, ya que habían visto de primera mano que el negocio seguía tan en auge como siempre.
Se ha dicho que la realidad, más probablemente, es que a la empresa le falta alguien en la familia dispuesto a hacerse cargo del sitio, dado que la empresa de catering de Lepanto tiene más éxito.
Pedro Pablo Hoz Herguedas abrió su primera tienda en Marbella en 1965. Después de décadas de ganarse la fama por sus dulces y bocadillos, el mundo de la restauración de eventos llamó la atención de la empresa, un sector en el que hoy se beneficia de mucho más que sus tiendas, operando a pleno rendimiento en centros de la Costa del Sol como Marbella, Benalmádena, Fuengirola, Mijas, Estepona, Torremolinos y la propia capital.