La nostalgia es mentirosa. Por muy tentador que pueda ser pasar media hora revisando tus fotos guardadas o pasar el viaje matutino tratando de descubrir qué pasó con tu sentido de asombro, una vez que el recuerdo se descompone, es imposible determinar exactamente qué sentimiento tienes. desaparecido. En su debut en solitario, El lado bonito de la vida feael cantautor de Brooklyn Tony Vaz documenta esta inútil búsqueda de la pieza perdida, reviviendo indirectamente su juventud a través de arquetipos rebeldes clásicos. Mezclando elementos del emo del Medio Oeste, el country alternativo y el pop sintético de principios de los 80 como si estuviera hurgando en el vestuario de un teatro, Vaz interpreta el papel de un delincuente juvenil y un poeta beat itinerante. Aunque su voz entrecortada y semi hablada y su gusto por el diseño de sonido de baja fidelidad son una constante, cada pista en lado bonito Se siente como una pieza distinta que dura solo una escena.
La guitarra eléctrica inquieta y punteada con los dedos en “Your Purse or Your Life” y “Spin” evoca el espacio mental de un sueño que no va a ninguna parte. En la línea de Juana de Arco, los largos riffs de Vaz tienen hipo y serpentean entre paréntesis antes de resolverse, actuando como una niebla armónica en medio de pedales de acero fritos y flautas country. Su presencia en el micrófono realza la sensación de irrealidad: siguiendo el ejemplo de Dean Blunt y jonatan leandoer96, es más un locutor que un cantante, medio riéndose de sí mismo mientras canta: “Sabes que nos gusta eso/De arriba hacia abajo, nuevo country con el respaldo del asiento.” Las tomas de coros multipista y las apariciones especiales de Alena Spanger actúan como charla de fondo incidental, haciendo que el espacio sobrante se sienta habitado. Cuando ella y Vaz armonizan detrás de la demanda de una pandilla de motociclistas de entregar la bolsa, no puedes evitar sentirte un poco romántico acerca del enamoramiento de Estados Unidos con (y el miedo) al crimen violento.
“24 Hour Gang”, una versión con los ojos llorosos Técnica-era New Order, lidia con la tensión entre el yo real y el imaginario de Vaz, interrumpiendo sus sueños de salir de fiesta hasta altas horas de la madrugada con un sobrio recordatorio de que necesita levantarse temprano para una cita al día siguiente. A medida que el ensueño colapsa, el sencillo arreglo de la canción comienza a desplegarse en un elegante estudio de queso sofisticado-pop, disolviendo sintetizadores relucientes y saxofón retardado en la atmósfera. Por muy divertida que sea la fantasía, es reconfortante saber que siempre puedes volver al presente.
En “Field”, Vaz reduce el arreglo a solo una guitarra eléctrica, eliminando la neblina escapista de su composición para revelar la desilusión que hay debajo. “No me siento bien siendo un tipo normal”, canta, admitiendo su lucha por permanecer presente cuando gran parte de su día consiste en hacer cola y revolotear entre recados. La ensoñación en la música a menudo se equipara con un estado de felicidad o catarsis aplastante; El dream pop de Vaz presenta una corriente subterránea de vacío, consciente del inminente colapso. Es un momento robado en la fila de la caja registradora, un producto de la memoria que se materializa mientras se detiene en un semáforo en rojo.