El presidente ecuatoriano Daniel Noboa decretó este jueves un nuevo estado de excepción en seis provincias y dos ciudades, incluida la capital, para combatir luna creciente violencia.
El decreto establece la restricción de los derechos de inviolabilidad de domicilio, correspondencia y libertad de reunión. Además, dispone el toque de queda en 19 ciudades de esas provincias, desde las 22 a las 5 de la madrugada, excepto en Quito—.
El mandatario justificó la medida en la situación de conmoción interna que vive el país desde inicios de año tras la fuga del capo del narcotráfico Adolfo Macías, alias Fito.
Su escape de una cárcel de Guayaquil desató una espiral de violencia, como la detonación de artefactos explosivos en varias ciudades y la toma por sujetos armados de un canal de televisión mientras transmitía en vivo.
El estado de excepción estará vigente por 60 días en Guayas, Los Ríos, Manabí, Santa Elena y El Oro —en la costa—, Orellana, en la Amazonía; Quito y el cantón Camilo Ponce Enríquez.
Ecuador enfrenta una inseguridad sin precedentes que comenzó en 2021 con más de una docena de matanzas carcelarias que dejaron medio millón de presos muertos. Las autoridades adjudican la ola de violencia a la operación de bandas de delincuencia organizada relacionada con carteles de la droga.
Según el decreto de 50 páginas, en las ocho localidades declaradas en emergencia “resalta el incremento de hostilidades, cometimiento de delitos e intensidad de la presencia prolongada de grupos armados organizados”, lo que se evidencia en 3.945 asesinatos ocurridos en esas zonas entre el 8 de enero y 27 de septiembre.
Un informe del Ministerio del Interior citado en el documento admite que “los grupos criminales están actuando con un nivel de organización y letalidad alarmante, mostrando una tendencia a maximizar el número de víctimas en cada evento violento”.
El docente de la Escuela de Seguridad y Defensa del Instituto de Altos Estudios Nacionales, Daniel Pontón, aseguró a The Associated Press que es “evidente que (el gobierno) no tiene otra estrategia” ni un plan para enfrentar “un problema que está intacto: la penetración aguda del narcotráfico y la violencia con la que actúa, cada vez con muertes macabras y masacres”.
Esta es la cuarta ocasión en que Noboa decreta la medida focalizada en ciertos territorios.
Pontón anticipó que el nuevo estado de excepción “no va a surtir efectos” porque es una medida de corto plazo, “con una tendencia adaptativa de las bandas criminales, que se movilizan (a otros territorios) y en el tiempo empiezan a perder eficiencia, como se ha demostrado”.
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