«PAZ Y LIBERTAD»
Timor-Leste tiene una historia compleja marcada por siglos de dominio portugués, décadas de ocupación por la vecina Indonesia y un referéndum respaldado por las Naciones Unidas que le permitió liberarse.
Los comentarios del Papa sobre los abusos se produjeron después de que fuera recibido a su llegada por el hombre que compartió el Nobel con Belo, el presidente José Ramos-Horta, un ícono de la liberación por su trabajo para lograr la independencia de Timor-Leste.
El líder de los 1.300 millones de fieles católicos del mundo también elogió la nueva era de «paz y libertad» del país en su discurso vespertino, dos décadas después de que lograra la independencia de la vecina Indonesia.
Timor Oriental emergió de la brutal ocupación que dejó más de 200.000 timorenses muertos, y Francisco es el primer Papa que visita el país desde entonces.
Los lugareños dijeron que querían que el Papa trajera un mensaje de armonía, como lo hizo en Indonesia la semana pasada.
«Espero que con esta visita Papa Francisco traiga un mensaje de paz», afirmó Francisco Amaral da Silva, profesor de 58 años.
COMIENZAN LAS CELEBRACIONES
La ciudad había sido remodelada por 12 millones de dólares antes de la visita y el Primer Ministro Xanana Gusmao ayudó a barrer las calles con los lugareños mientras el gobierno desplegaba la alfombra roja.
Las autoridades también han reubicado a vendedores ambulantes en zonas por donde viajará Francisco, lo que ha provocado críticas en las redes sociales.
Los grupos de derechos humanos afirman que algunas casas improvisadas fueron demolidas para preparar la misa. El gobierno afirma que fueron construidas ilegalmente.
La agenda de Francisco incluye encuentros con jesuitas, niños y fieles católicos.
Pero el momento culminante del viaje será la misa colosal del martes, que se espera que reúna a 700.000 fieles.
Algunos lugareños vieron su visita como una oportunidad para vender productos del Papa.
El profesor Silverio Tilman, de 58 años, instaló un puesto de venta de camisetas del Papa y recaudó más de 600 dólares en dos días: el doble del salario mensual promedio.
«Preparamos estos artículos por si los peregrinos los necesitan para asistir a la santa misa. No buscamos grandes beneficios», explicó.