Su futura esposa, en cambio, era “una estudiante muy concienzuda y atenta” con la que había entablado una conversación después de mostrarle su PalmPilot. Dejando a un lado su estilo de los 2000, los dos estudiantes de marketing estaban cautivados por la misma estrella del norte. Después de estudiar la venta de sueños para ganarse la vida, se habían vendido a sí mismos el sueño de iniciar su propio negocio.
Entonces, cuando un amigo se acercó a ellos para venderles limpiadores a vapor a cambio de una comisión, aceptaron la oferta.
“Somos unos locos que se arriesgan. Nos dijimos: ‘¿Qué tenéis que perder? Si no funciona, consigamos un trabajo’”, recuerda Ng.
Llenos de optimismo (o, dependiendo de la perspectiva general, de temeridad), invirtieron todos sus ahorros de 2.000 dólares singapurenses cada uno para financiar SuperSteam, un distribuidor de equipos y productos químicos de limpieza profesionales. Realizaron la investigación necesaria, ensayaron su discurso y se lanzaron a la pesada y desconocida demostración de ventas.
Los ingresos llegaron a trompicones, mientras que el rechazo y la sensación de cansancio por cargar equipos voluminosos por tramos de escaleras eran parte del trabajo diario.
“Alquilábamos una furgoneta por 50 dólares singapurenses al día, que era todo el dinero que teníamos, así que a menudo nos saltábamos el almuerzo para comprar gasolina”, contó Ng. Sus compañeros de universidad expresaron su sorpresa por su elección de vida, evitando el cómodo mundo corporativo para desplazarse en destartaladas furgonetas de segunda mano.
En el punto más bajo de sus problemas iniciales, se vieron obligados a trasladar sus operaciones de una oficina al garaje que pertenecía a la madre de Ng. Pero la pareja siguió adelante con sus discursos de ventas, alentados por el apoyo de familiares, amigos y desconocidos que compraban sus productos. Con el tiempo, cambiaron de rumbo y se dirigieron a clientes comerciales, como fabricantes de alimentos, en lugar de consumidores individuales. Para obtener una ventaja sobre los competidores establecidos, trabajaron en estrecha colaboración con los clientes para comprender sus necesidades, viajaron para mejorar su repertorio de equipos y comenzaron a formular productos químicos de limpieza. Este último es un proceso que Ng describió como complicado, creativo y similar a «cocinar sopa de pollo».