A los pies del Muro de los Lamentos, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, el presidente argentino Javier Milei se abraza a su rabino mientras solloza. Luego apoya las palmas de las manos sobre la piedra y la besa.
Para la mayoría de los jefes de Estado que viajan a Israel, la visita al lugar más sagrado de los judíos es poco más que una foto obligatoria. Pero Milei, con los ojos cerrados y ataviado con una kipá —el casquete redondo que cubre la cabeza— parecía estar en trance.
Los ojos de muchos judíos argentinos se humedecieron con esa escena. A otros muchos, en cambio, los invadió el desasosiego.
Milei, un libertario que fue criado como católico, ha ido más lejos en su apoyo al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu que cualquier otro mandatario en momentos en que el gobierno del premier derechista enfrenta un creciente aislamiento diplomático. Incluso Estados Unidos, su principal aliado, cuestionó durante la guerra de Israel contra el grupo islamista Hamás las acciones que terminaron con la vida de decenas de millas de civiles en Gaza.
Desde que Milei consideró en diciembre su alineamiento con Israel le acarreó diferencias con gobiernos izquierdistas de la región como los de Chile y Bolivia. También generó una grieta en la comunidad judía de su país, ya que sectores de centroizquierda advierten que su postura podría propiciar otro atentado como los que destruyeron a la embajada israelí en Argentina en 1992 ya la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) dos años más tarde. .
Ambos ataques, por los que no hay condenados, fueron atribuidos por la justicia argentina al grupo Hezbolá e Irán, país que ha negado sistemáticamente su vínculo con los atentados.
Héctor Shalom, director del Centro Ana Frank Argentina, cuestionó que el país “está padeciendo cierta vocación protagonista en el concierto internacional que (lo) favorece muy poco”. Apuntó que “si hace falta golpear a los judíos” la nación sudamericana resultaría más atractiva por las “décadas de impunidad” de los dos atentados, que dan cuenta de su vulnerabilidad.
La visita de Milei a Israel en febrero fue la primera que el presidente realizó a un país extranjero.
Al recordar ese momento ante el muro junto al mandatario —al cual acompañaba— el rabino ortodoxo Shimon Axel Wahnish sintió “agradecimiento y orgullo” de que en su país hubiera “un líder tan decidido y con valores espirituales tan profundos”, contó a La Prensa Asociada.
Wahnish, líder de la Asociación Comunidad Israelita Latina de Buenos Aires, fue nombrado embajador de Argentina en Israel donde, según explicó, buscará apuntalar el apoyo argentino al país que Milei considera un aliado estratégico.
El acercamiento de Milei al judaísmo —religión a la que sin embargo aún no se ha convertido— se originó en 2021 cuando siendo un economista mediático fue acusado de antisemita y buscó asesoramiento para dar una charla que probara todo lo contrario. Wahnish fue su asesor y con el tiempo lo fue guiando en el estudio de la Torá.
El interés de Milei fue creciendo mientras encontraba en esa religión puntos en común con sus ideas libertarias.
“Dentro del judaísmo y en Moisés, Milei ve como una revolución cultural y espiritual hacia la libertad”, explicó Wahnish. “Siempre me dice que (Moisés) era su ídolo y su héroe”, agregó el rabino sobre la figura que liberó a los hebreos de la esclavitud de Egipto.
En mayo, durante la grabación en Buenos Aires del levantamiento del gueto judío de Varsovia (1943), Milei repudió de nuevo el ataque de Hamás a Israel del 7 de octubre, criticó a los países que “hacen la vista gorda” con el grupo islámico apoyado por Irán y aseveró que “denunciar el terrorismo islámico es una obligación, porque sin héroes estamos indefensos ante una noche cada vez más oscura” .
«Miro a mi alrededor… en especial a los liderazgos de las grandes naciones que deben ser los pilares de la libertad a nivel global, y veo en algunos indiferencia y en otros miedo a pararse del lado de la verdad”, sostuvo Milei en alusión a gobiernos occidentales que cuestionan las tácticas de Israel.
Las palabras arrancaron los aplausos de los dirigentes judíos que elogiaron su respaldo sin fisuras al gobierno israelí.
El titular de la AMIA, Amos Linetzky, defendió que Milei no sea neutral ante “un grupo que mata a civiles, viola a mujeres y se lleva a bebés”.
Sofía Levita, una anciana asistente al acto, dijo no sentirse insegura por la cercanía del presidente con Netanyahu. ”Se lo agradezco y me parece que es la postura correcta. Y no hay que tener miedo a decir lo que uno cree que es correcto».
Pero el sábado, la Organización para la Cooperación Islámica —que reúne a 57 países y se considera la voz del mundo musulmán— repudió las expresiones “hostiles” realizadas por Milei en diversas ocasiones estableciendo una “asociación del terrorismo con el Islam”.
“Son incompatibles con el respeto mutuo que caracterizan las relaciones entre el pueblo argentino y los pueblos islámicos”, afirmó la secretaria general de esa organización.
Son gestos del presidente que alimentan la zozobra. Desde los ataques de la década de 1990 la extensa comunidad judía argentina —la mayor de Latinoamérica— vive en un estado de alerta que se agudizó desde el 7 de octubre. Por un tiempo estudiantes de colegios judíos dejaron de llevar uniforme para no ser identificados en la calle. Las sinagogas aún mantienen extremas medidas de seguridad.
Para Diana Malamud, cuyo marido es una de las 85 víctimas del atentado a la AMIA, “este gobierno no está midiendo sus palabras… eso conlleva riesgos. Los que sufren los riesgos no son precisamente los políticos, sino gente de la calle”.
El gobierno argentino ha considerado errada la reciente decisión del fiscal de la Corte Penal Internacional de solicitar el arresto de altos funcionarios israelíes por supuestos crímenes de lesa humanidad en Gaza. También se opuso al proyecto para declarar al Estado de Palestina miembro pleno de las Naciones Unidas.
Siguiendo los pasos del expresidente estadounidense Donald Trump (2017-2021), Milei ha prometido trasladar a Jerusalén la embajada argentina situada en las afueras de Tel Aviv, provocando la condena de Hamás y la satisfacción de Netanyahu, que define al argentino como “un gran amigo del Estado de Israel”.
Los más críticos cuestionan que, de forma paralela a su afinidad con el gobierno israelí, el argentino agita sin fundamento el temor de que grupos islámicos están presentes en América Latina.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, dijo en abril que Argentina tiene sus alertas encendidas por la existencia de células de Hezbolá en el norte de Chile y de miembros de la Fuerza Quds, rama de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, en Bolivia, país. que en 2023 suscribió un acuerdo de defensa con el régimen iraní y rompió relaciones con Israel.
La ministra recordó además que “la neutralidad y “los mensajes políticamente correctos como el llamamiento a la paz” no forman parte de la postura argentina.
Chile y Bolivia desmintieron las declaraciones de Bullrich, que generaron sendos conflictos bilaterales. La ministra —que no dio pruebas de sus dichos— terminó disculpándose con Chile, hogar de la mayor comunidad palestina afuera de Medio Oriente.
Críticos del alineamiento con Israel sostienen que el fervor de Milei con la religión judía no deben influir en la política exterior.
Pablo Gorodneff, secretario general del grupo progresista Llamamiento Argentino Judío, señaló que una de las máximas de la política exterior es “no te metas en un conflicto que no es tuyo” y Milei “por esta cuestión, en un punto sincera… hace esta fábula que se la cree, lo cual me resulta bastante peligroso”.
En contrapartida, Jorge Knoblovits, titular de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), desechó que la cercanía con Israel vaya a derivar en un nuevo ataque en suelo argentino. “Todo el mundo está expuesto al terrorismo. Ha pegado en distintos tipos de gobiernos, de izquierda, de derecha”, afirmó el dirigente de la agrupación que representa a distintas instituciones judías argentinas.
La devoción de Milei por el judaísmo era patente desde antes de llegar a la presidencia. Durante su último acto proselitista se escuchó de fondo el sonido del shofar, un instrumento de viento fabricado preferiblemente con el cuerno de un carnero que se sopla en las ceremonias religiosas. A lo largo de la campaña citaba la Torá y tras ser elegido presidente en el balotaje de noviembre visitó la tumba en Nueva York de Menajem Mendel Schneerson —un venerado rabino— para agradecerle su triunfo.
Cerca de 4.000 artistas e intelectuales argentinos de origen judío repudiaron entonces “el uso político” que Milei realizó de los textos y símbolos del judaísmo. Afirmaron además que las referencias que hacía a la “superioridad estética de la derecha y la lucha contra el marxismo cultural” debían funcionar como un “llamado de alerta para judíos o no, quienes estén comprometidos con la convivencia pacífica y el diálogo”.
En el marco de su proximidad con Israel, Argentina dio muestras de su temor sobre la potencial agresividad de Irán.
Al conocerse la noticia del primer ataque iraní contra territorio israelí el 14 de abril, Milei interrumpió un viaje al exterior y voló a Buenos Aires para convocar a un comité de crisis junto con el embajador israelí.
Los servicios de inteligencia estadounidenses y argentinos llevan años tratando de probar la existencia de potenciales células terroristas apoyadas por Irán en la triple frontera donde confluyen Argentina, Brasil y Paraguay.
Estados Unidos sancionó en 2023 a decenas de personas y empresas del Líbano y Sudamérica por supuestamente financiar a Hezbolá. En noviembre de ese año dos personas fueron detenidas en Brasil bajo la sospecha de haber sido reclutadas y financiadas por dicho grupo para cometer un atentado.
Hezbolá niega cualquier vínculo con la región. “¿Qué querría Hezbolá de América Latina?”, declaró un AP su portavoz Rana Sahili, quien afirmó que Milei está “jugando un juego político”.
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