El céntrico Parque Nacional de Bogotá concentra decenas de cambuches o capras improvisadas de madera y bolsas plásticas, que sirven como refugio para un centenar de familias de las comunidades indígenas embera katío y chamí, que llegaron allí por primera vez en 2021 desplazados por la violencia.
Los dos pueblos son originarios de los departamentos de Chocó y Risaralda, de donde, dicen sus líderes a la Voz de Americasalen huyendo de los enfrentamientos de la guerrilla del ELN y el clan del golfoque se disputan el dominio de estas zonas para el negocio de la minería ilegal y los corredores del narcotráfico.
Desde que se instalaron en el parque, ubicado a unos 4 kilómetros de la Casa de Nariño y la Plaza de Bolívar, que acogen en el centro del poder político del país, fueron reubicados en 2022 en varios albergues de la ciudad, pero decidieron regresar al parque. el año pasado porque les “incumplieron con los acuerdos para un retorno seguro a sus territorios”.
Sus líderes, que hablaron con la VOAexplican que le han manifestado a las diferentes autoridades estatales con las que han mantenido reuniones que “desean” retornar y que desde hace tiempo “exigen” garantías de seguridad, condiciones dignas y proyectos productivos en sus territorios.
“Estamos acompañando a estas familias, 157 en total que en compañía de su gobernador han decidido regresar todos a sus territorios, pero están pidiendo un retorno con garantías, con vivienda digna, proyectos productivos para poder retomar sus vidas en sus territorios”, dijo la VOA Lot Villazón, representante legal de la Asociación de Cabildos Indígenas por Colombia.
Sin alimentos ya la espera de soluciones
Demetrio Tucai, líder y vocero de la comunidad indígena embera katío, dice que están en una situación “difícil” ante la dificultad de encontrar soluciones. “Acá está muy dura la situación, estamos aguantando hambre, las mujeres han sufrido mucho esta situación, los niños igual porque estamos viviendo en la calle”.
Entre los árboles que rodean el parque y el riachuelo que atraviesa el lugar, el paisaje refleja a los menores deambulando descalzos y sin ropa para protegerse de la lluvia y del frío de la ciudad.
“Están en unas condiciones lamentables, con plásticos, durmiendo en el piso, los niños en unas condiciones lamentables, inclusive no tienen las mejores garantías ni agua potable porque tienen que bañarse aquí en el caño”, comenta Villazón.
Por su parte, la Defensoría del Pueblo, dijo que el “incumplimiento” de acuerdos a los que se habían llegado en anteriores oportunidades no han “permitido” la integración de estas comunidades a sus territorios.
“Podemos decir que el 80% de las personas que han regresado a sus territorios, regresaron a la ciudad. El retorno, como única estrategia de solución al asentamiento de comunidades indígenas en Bogotá, ha fracasado”, dijo en un comunicado el defensor del pueblo de Colombia, Carlos Camargo.
En ese sentido, Villazón dijo que esperan encontrar una solución rápida a esta situación en las reuniones que han sostenido con el gobierno colombiano. “El gobierno se comprometió a reiniciar las conversaciones que se vienen adelantando con los líderes indígenas para encontrar una solución lo más rápido posible”.
“Realmente la exigencia es la misma, que los compromisos que se firmaron y que implican proyectos productivos en el territorio, mejoramiento de vivienda en sus territorios para que puedan regresar porque ellos no quieren estar más aquí”, agregó.
Por ahora, la alcaldía de Bogotá trabaja en programas de atención en servicios de salud y cuidado para los indígenas que lo necesitan. Mientras, desde el gobierno aseguran que trabajan en “buscar” una solución “definitiva” a la problemática en la que se encuentran estas comunidades desplazadas en Bogotá.
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