Más de 19.000 piscinas en Almería están en el limbo, a la espera de que se decida si podrán llenarse este verano.
En medio de declaraciones poco claras y a veces contradictorias, los residentes, las empresas y los administradores locales quedan en la balanza. A pesar de la flexibilización de algunas restricciones en Andalucía, persiste la confusión ya que los decretos regionales varían según el barrio, lo que complica aún más la situación.
En Almería, las piscinas privadas y comunitarias se enfrentan a condiciones estrictas, ya que, según muchos, las recientes directivas gubernamentales siguen siendo vagas.
Esta incertidumbre regulatoria ha congelado miles de contratos de servicios cruciales para el mantenimiento de piscinas, jardines y actividades turísticas asociadas. Los empresarios locales, especialmente los del turismo, han expresado una creciente preocupación porque el futuro de sus medios de vida sigue en duda.
Los ayuntamientos de Almería asumen ahora la responsabilidad de tomar decisiones sobre el uso de las piscinas, siempre que respeten la medida de sequía severa de 200 litros por habitante y día.
Esta directriz desafía a ciudades como Roquetas de Mar, la ciudad de Almería y Arboleas, donde la densidad de piscinas es particularmente alta, a equilibrar la conservación del agua con las necesidades comunitarias y económicas.
La decisión sobre si se pueden rellenar estas piscinas afectará significativamente a la economía local, dependiendo de la interpretación que hagan los ayuntamientos de las últimas declaraciones regionales y de su capacidad para gestionar sabiamente los escasos recursos hídricos.