Los legisladores de Togo aprobaron cambios a su constitución relacionados con los límites del mandato presidencial y cómo se eligen los presidentes, lo que algunos políticos de la oposición y grupos de la sociedad civil han denunciado como un golpe constitucional.
El Parlamento aprobó las enmiendas en una votación en marzo, pero se programaron nuevas consultas y una segunda votación parlamentaria, y las elecciones legislativas fueron aplazadas debido a una feroz reacción.
Quienes se oponen a los cambios temen que puedan permitir nuevas extensiones del gobierno de 19 años del presidente Faure Gnassingbe y del control del poder por parte de su familia. Su padre y predecesor, Gnassingbe Eyadema, tomó el poder en este país costero de África occidental mediante un golpe de estado en 1967.
En la segunda votación, los legisladores aprobaron por unanimidad las enmiendas que alargan los mandatos presidenciales de cinco a seis años, al tiempo que limitan el número de mandatos a uno.
Según la carta enmendada, que introduce un sistema parlamentario de gobierno, el presidente ya no será elegido por sufragio universal, sino por miembros del parlamento.
Tampoco tiene en cuenta el tiempo que ya lleva en el cargo, lo que podría permitir a Gnassingbe permanecer en el poder hasta 2031 si es reelegido en 2025, un escenario muy probable ya que el partido controla el parlamento.
Las enmiendas equivalen a un “proyecto para confiscar el poder por parte de un régimen que se opone sistemáticamente a cualquier forma de cambio democrático”, dijo un grupo de 17 organizaciones de la sociedad civil en una declaración conjunta esta semana.
Pidieron al principal bloque político y económico de África occidental, la CEDEAO, que tome medidas contra las enmiendas.
Varios otros países africanos, incluidos la República Centroafricana, Ruanda, la República del Congo, Costa de Marfil y Guinea, han impulsado cambios constitucionales y otros cambios legales en los últimos años que permiten a los presidentes extender sus mandatos.
La región de África occidental y central también ha sido testigo de ocho golpes militares en los últimos tres años.
La violenta represión policial de las manifestaciones políticas ha sido una rutina bajo Gnassingbé, como lo fue durante el largo gobierno de su padre.