Miles de argentinos se volcaron el domingo a diferentes espacios públicos del país austral para conmemorar un nuevo aniversario del último golpe militar que cortó con una endeble democracia por casi ocho años con históricas denuncias de desaparecidos, represión y tortura.
Encabezado por los reconocidos grupos Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, junto a entidades de derechos humanos, el centro de la capital argentina fue el mayor epicentro con pancartas, cánticos y espectáculos en conmemoración del 24 de marzo de 1976.
Estela de Carlotto, titular de Abuelas, reclamó una ley que penaliza el negacionismo del pasado y reclamó que el mandatario libertario argentino Javier Milei –asumido el 10 de diciembre– cambie su parecer sobre el tema o cansarlo para que «se vaya» rápido.
Más temprano, el gobierno de Milei publicó un video en el que exigió justicia, no para los que sufrieron la represión del gobierno militar, sino para las víctimas de las guerrillas de izquierda antes de la toma del poder.
“Por una memoria completa para que haya verdad y justicia”, escribió el mandatario el domingo en la red social X, en un mensaje que acompaña al video, en el cual aparecen una serie de personas desconocidas —una mujer cuyo padre y hermana fueron asesinados por grupos guerrilleros, un izquierdista arrepentido y un exfuncionario de inteligencia—, todos ellos recordando la represión de la dictadura en el contexto de una guerra más amplia.
Organismos de derechos humanos estiman en cerca de 30.000 las personas secuestradas, torturadas y asesinadas durante la dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983.
La mayoría de los desaparecidos eran opositores, sindicalistas o estudiantes, aunque los represores en ocasiones secuestraron a sus bebés, que eran entregados de forma clandestina o vendidos.
El video del mandatario, un economista libertario, parte de una controvertida iniciativa por cambiar la memoria que tiene Argentina de su historia reciente. Los opositores consideran que esta causa equipara la violencia de las guerrillas con el terrorismo de Estado, justificando la represión de la junta militar sobre cualquier persona que fuera considerada subversiva.
La historia moderna muestra una notoria división entre representantes de izquierda, los mayores opositores al régimen militar, y aquellos enrolados en la derecha ideológica.
En la década de 2000, los gobiernos izquierdistas de Néstor Kirchner y su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, impulsaron el ajuste de cuentas del país. Los Kirchner revocaron los indultos que se les habían otorgado a los integrantes de la dictadura y convirtieron el centro clandestino de detención más famoso del país, la Escuela de Mecánica de la Armada, en un Museo de la Memoria que ha sido reconocido por la UNESCO.
“Para aquellos que todavía se niegan a reflexionar y que tanto admiran todo lo que viene de 'afuera', en el mundo han saltado la discusión respecto de lo que pasó en Argentina durante la última Dictadura cívico-militar”, escribió Fernández de Kirchner en X.
El gobierno de Milei ha ofrecido una postura diametralmente opuesta.
Durante su campaña, el libertario radical le restó importancia a los crímenes de la dictadura militar, calificándolos de “excesos”. La vicepresidenta Victoria Villarruel se ha referido al terrorismo de Estado como “un conflicto armado interno” y propuso convertir el Museo de la Memoria en escuelas.
Ambos han rechazado los estimados de que hubo 30.000 desaparecidos, haciendo mención de una comisión independiente que sólo identificó a 8.960. Los activistas coinciden en que la cifra es imprecisa debido a la negativa del Estado a devolver cuerpos y presentar evidencia.
La marcha paralizó el centro de Buenos Aires, donde miles entonaron canciones, tocaron tambores y agitaron pancartas en las que se insistía: «Fueron 30.000».
[Con información de Reuters y AP]
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