Nairobi, Kenia — A medida que aumenta la violencia en Haití, el compromiso de Kenia de liderar una misión respaldada por las Naciones Unidas para restablecer el orden está bajo intenso escrutinio y resistencia a nivel interno. La propuesta del presidente William Ruto de enviar 1.000 agentes de policía a Haití ha suscitado controversia y reacciones violentas dentro de Kenia, con la sociedad civil y grupos de oposición acusando al presidente de buscar ganancias financieras a partir de la crisis y considerando inconstitucional el despliegue.
El Consejo de Seguridad de la ONU autorizó la misión multinacional de apoyo a la seguridad en octubre, luego de la mortífera violencia de pandillas en Haití. Kenia se ofreció como voluntaria para encabezar esta misión, pero su despliegue enfrentó un revés en enero cuando el Tribunal Superior de Kenia exigió un acuerdo recíproco con Haití. El Presidente Ruto evitó esto al firmar un acuerdo con el Primer Ministro de Haití, Ariel Henry, el 1 de marzo, una medida ahora cuestionada debido a la renuncia de Henry en medio del deterioro de la situación de seguridad en Haití.
Los críticos dentro de Kenia, incluidos políticos y miembros de la sociedad civil, argumentan que el acuerdo con Haití carece de fundamento legal y cuestionan la idoneidad de las fuerzas policiales para manejar la grave violencia de las pandillas en Haití. Piden una intervención militar en lugar de un despliegue policial, y algunos describen la misión como una ocupación más que como asistencia.
Kenia tiene una larga trayectoria de participación en misiones internacionales de mantenimiento de la paz, sin perder ni un solo oficial en combate, según el ex portavoz de la policía Charles Owino. A pesar de esto, analistas de seguridad como Francis Maina expresan dudas sobre la capacidad de las fuerzas policiales de Kenia para gestionar la situación en Haití, enfatizando la necesidad de una solución militar para desarmar a las pandillas primero.
El debate se extiende a las implicaciones financieras de la misión, y Estados Unidos anunció una contribución de 300 millones de dólares para apoyar la iniciativa liderada por Kenia. Los legisladores de la oposición han criticado la medida por priorizar los incentivos financieros sobre la seguridad y constitucionalidad del despliegue.
El presidente Ruto defiende la misión como un imperativo moral y promete seguir involucrado activamente en la crisis de Haití a pesar de la oposición interna y la difícil situación sobre el terreno. Los críticos, sin embargo, lo ven como una empresa peligrosa, que potencialmente arriesga vidas kenianas en una misión incierta.
Mientras Kenia lidia con estos debates internos, la comunidad internacional observa de cerca, esperando el resultado de este polémico plan para ayudar a Haití en medio de su profunda crisis.