Según la agencia, el aumento se debe a la actual crisis política, la pobreza, el desplazamiento y las consecuencias económicas de COVID-19.
Las necesidades ahora son generalizadas, desde las áreas afectadas por el conflicto en las regiones fronterizas donde la acción humanitaria se ha centrado durante años, hasta las áreas urbanas empobrecidas donde las familias han visto cómo se desvanecen los trabajos, se agotan los ingresos y la miseria.
Asistencia
En este contexto, PMA continuó brindando asistencia para salvar vidas y aumentó sus operaciones para ayudar a 2,4 millones de personas en 2021, frente a 1 millón en 2020.
En 2022, la agencia planea duplicar el tamaño y el alcance de su programa, apuntando a 4 millones de personas. Es probable que el número aumente a medida que avance el año.
Según el PMA, esta es la crisis humanitaria más grave a la que se ha enfrentado el país desde el ciclón Nargis en 2008. Sin embargo, las operaciones de ayuda siguen estando gravemente insuficientes.
Las donaciones cubrieron dos tercios de las necesidades surgidas en 2021, lo que permitió a la agencia llegar a 2,4 millones de personas. Pero el PMA necesita 62,4 millones de dólares en los próximos seis meses.
Crisis económica
El Banco Mundial predice que la economía se contraerá al menos un 18 por ciento en el año fiscal en curso. La moneda ha perdido más del 50 por ciento de su valor y el sector bancario cojea.
El costo de una canasta básica de alimentos ha aumentado un 30 por ciento con respecto a enero pasado, mientras que los precios de los combustibles han aumentado entre un 59 y un 82 por ciento.
Mientras tratan de alimentarse, casi el 90 por ciento de los hogares han recurrido a estrategias de afrontamiento negativas, como pedir dinero prestado y gastar ahorros para comprar alimentos.
Desplazamiento
El desplazamiento provocado por el conflicto también continúa en todo el país, incluso en áreas en las que anteriormente pocos huían de sus hogares.
Como respuesta inicial, los suministros de alimentos vitales del PMA han llegado a unas 42.000 personas desplazadas por la violencia reciente en las regiones de Bago y Magway, así como en los estados de Chin, Kayah, Shan, Kachin y Kayin.
El trabajo continúa para acceder a las comunidades desplazadas en otras partes del país, incluidas Sagaing y Tanintharyi.