En una declaración anterior a The New York Times, la oficina del presidente negó que Giammattei hubiera aceptado sobornos.
Guatemala ya ordenó tiempo en prisión para cualquier persona que abortara, excepto en los casos en que la vida de la mujer estuviera en riesgo, y las parejas del mismo sexo nunca han podido casarse en el país. Pero para el presidente, el nuevo proyecto de ley tiene un peso simbólico, dijeron los analistas.
“Está extendiendo la mano y tratando de ampliar su base cuando está cada vez más débil y aislado, y cada vez más confrontado con la administración de Biden”, dijo Eric Olson, experto en América Central de la Fundación Internacional de Seattle. “Esto también ayuda a su relación con una red de congresistas evangélicos conservadores en los Estados Unidos”.
El miércoles, el Sr. Giammattei participó en una ceremonia en la que se declaró a Guatemala la “capital pro-vida” de América Latina. A él se unieron representantes del Family Research Council, un destacado grupo evangélico con sede en Washington, el grupo dijo.
En declaraciones grabadas para el evento, un legislador estadounidense, el senador Steve Daines, republicano de Montana, elogió al líder guatemalteco “por sus dedicados esfuerzos para defender la vida de los niños por nacer”. El Sr. Daines, quien es presidente del Caucus Pro-Vida del Senado, dijo: “Los no nacidos están bajo el ataque de poderosas fuerzas externas, particularmente en América Latina”.
La medida fue recibida con reacciones mixtas en Guatemala, incluso entre los activistas contra el aborto.
José Estuardo Córdova, director legal de Family Matters Association, uno de los principales grupos antiaborto del país, dijo que si bien el grupo apoya penas más severas para los proveedores de servicios de aborto, tiene menos sentido aumentar las penas para las mujeres que se someten al procedimiento.
“Creo que se aprobó un poco sobre la marcha”, dijo Córdova. “El proceso de creación de este proyecto de ley ha carecido de un análisis técnico serio”.