La designación del excomandante paramilitar Salvatore Mancuso como gestor de paz por parte del gobierno colombiano dejó una fuerte polémica entre quienes considerando que podría ayudar a encontrar la verdad y apoyar en la reparación de las víctimas de la violencia de esos grupos armados al margen de la ley y otros que rechazan que una persona señalada por violanciones a los derechos humanos asuma ese rol.
El presidente Gustavo Petro anunció esa designación la víspera tras señalar que las negociaciones de paz que el Estado colombiano emprendió con las organizaciones que lideró Mancuso “aún no han terminado”.
Petro, el primer gobernante de izquierda en la historia de Colombia, comenzó a usar la figura de gestores de paz para que personas, en criterio del gobierno, puedan ayudar en procesos de diálogos y de esclarecimiento de la verdad en el marco de la llamada política de “paz total”.
Mancuso fue comandante de los llamados grupos paramilitares, los cuales desplegaron una fuerte ofensiva contra las guerrillas desde la década de 1990 y son señalados por las autoridades de violaciones a los derechos humanos.
Durante el gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe (2002-2010) se realizaron negociaciones con esos grupos y se preparó la desmovilización de varios de los integrantes de esas organizaciones ilegales. Mancuso fue extraditado a Estados Unidos, donde fue procesado por narcotráfico junto a otros 13 líderes de esos grupos.
El senador de izquierda aliado del presidente Petro y negociador con la guerrilla del ELN, Iván Cepeda, aseguró el lunes que si la presidencial respecto de Mancuso “significa” que el excomandante paramilitar contribuirá a la verdad y la decisión, es “positiva”.
Cepeda afirmó que la intención de Mancuso debe plasmarse en hechos y en la posibilidad de que los afectados por la violencia paramilitar puedan saber qué pasó con sus familiares y encontrar una reparación para su sufrimiento.
El excomandante de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño, conocido durante el conflicto armado como Timochenko, manifestó que esa designación debe contribuir a la reparación de las víctimas de la violencia. Aseguró, además, que a algunas personas cercanas al expresidente Uribe les “preocupa” que el país conozca la verdad de los crímenes de los grupos paramilitares y la responsabilidad del Estado en los mismos, según dijo.
Mientras tanto, el expresidente Iván Duque (2018-2022) aseguró el lunes en la emisora Caracol Radio que Mancuso ha tratado de entrar a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) “por la puerta de atrás” en varias ocasiones. La JEP es el tribunal que está procesando a los excombatientes de las FARC después del acuerdo de paz con esa antigua guerrilla. En este tribunal se debe reconocer la verdad de lo que sucedió en medio de las hostilidades y las penas tienen un carácter restaurativo que no contempla condenas en centros carcelarios.
Duque dijo que Mancuso en varias ocasiones ha tratado de relacionar al expresidente Uribe con los grupos paramilitares que comandaba, pero que no ha mostrado “pruebas” de esos hechos. Además, se mostró contrario a que personas condenadas sean designadas gestores de paz.
El exvicepresidente y jefe del Partido Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, afirmó en Caracol Radio que si el excomandante paramilitar ya pagó por sus faltas, podría jugar un papel en la búsqueda de la paz.
Mientras que el ex precandidato presidencial del Centro Democrático, partido del expresidente Uribe, Rafael Nieto Loaiza, aseguró que el presidente Petro no podría avanzar en la designación del excomandante paramilitar por limitaciones legales. Según él, los gestores de paz tienen que pertenecer a algún grupo armado ilegal para que los gobiernos puedan designarlos como tal, algo que no se cumpliría en este caso.