Tras la publicación del decreto, tuvo un efecto inmediato en los enlaces aéreos entre Nantes, Burdeos, Lyon y París-Orly.
En España, el Gobierno ya ha anunciado que se plantea tomar medidas similares. La Agenda 2050 de Pedro Sánchez, presentada hace dos años, también contemplaba esta medida.
Incluida dentro de la Ley del Clima francesa aprobada en agosto de 2021, la medida busca luchar contra el cambio climático y reducir las emisiones de carbono de este tipo de servicio de transporte aéreo regular.
El decreto francés, que se aplica por un período de tres años, establece que los viajes en tren deben tener: “frecuencias suficientes y horarios adecuados”, mientras que la conexión debe permitir al pasajero pasar más de ocho horas en el destino durante el día.
Además, el servicio ferroviario debe circular entre estaciones que sirvan a las mismas ciudades que los respectivos aeropuertos en cuestión.
Clément Beaune, Ministro de Transportes francés, saludó esta medida como un paso esencial y un fuerte símbolo en la política para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
“Esta es una primicia mundial y está totalmente en línea con la política del gobierno de fomentar el uso de modos de transporte que emitan menos gases de efecto invernadero”, dijo en un comunicado.
Sin embargo, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), a través de su director general, Willie Walsh, calificó la medida de “completamente absurda”. Insistió en que “no sirve para nada”, según el EFE agencia de noticias.
Walsh explicó que si se eliminaran todas las rutas de menos de 500 kilómetros en Europa, se eliminaría el 24 por ciento de los vuelos. Por otro lado, citando un informe de Eurocontrol, afirmó que las emisiones de CO2 se reducirían solo un 3,84 por ciento.
Los vuelos de corta distancia son el principal contribuyente a las emisiones de la aviación en Europa. Esta es la principal conclusión de la investigación realizada por científicos de la Universidad de Manchester.
Eliminar los vuelos de corta distancia de menos de 500 kilómetros en Europa reduciría drásticamente las emisiones de la aviación, que representan el 6 por ciento de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. Sería un ‘buen movimiento’ en la lucha contra el cambio climático, según los investigadores.
Publicado en 2021 en la revista ‘Transportation Research’, el estudio encontró que una gran cantidad de vuelos existentes entre ciudades a distancias de menos de 483 kilómetros y con alternativas de transporte público eran ‘contribuyentes clave de emisiones nocivas’.
Según Antonio Filippone, director del estudio, esto presenta una clara oportunidad para «frenar la contaminación innecesaria para lograr los objetivos de cero emisiones netas de carbono».
‘Las autoridades de aviación y las aerolíneas tienen la oportunidad de revisar la frecuencia de estas rutas, para reducir emisiones, optimizar redes, reducir la congestión y contribuir positivamente a la sostenibilidad ambiental’, dijo el investigador del Departamento de Ingeniería Mecánica, Aeroespacial y Civil de la Universidad de Mánchester en Inglaterra.
Al cruzar datos de tráfico aéreo con información geográfica, los investigadores identificaron rutas aéreas extremadamente cortas que operaban en toda Europa antes de la pandemia que prácticamente paralizó el tráfico aéreo.
Mediante el uso de métodos de simulación avanzados para estimar las emisiones «de puerta a puerta», los científicos pudieron demostrar que eran los viajes más cortos los que generaban las emisiones más altas.
Destacaron la necesidad de ‘reevaluar la red aérea europea’ cuando se disponga de una alternativa de transporte más limpia, como es el caso de la mayoría de las rutas analizadas.
En línea con la preocupación de los científicos por las emisiones de los vuelos de corta distancia, el gobierno español anunció hace dos años su intención de prohibir rutas aéreas con alternativas de tren y tiempos de viaje inferiores a dos horas y media. La propuesta del gobierno provocó una airada protesta de la Asociación de Aerolíneas (ALA).
El Gobierno de Pedro Sánchez incluyó el objetivo de eliminar los vuelos de corto radio en el informe ‘España 2050’, que marcaba la estrategia nacional para los próximos treinta años.
Según los cálculos del gobierno, la eliminación de los vuelos de corta distancia reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en 2 millones de toneladas.
“Se recomienda prohibir los vuelos en trayectos que se puedan hacer en tren en menos de 2,5 horas”, decía el plan presentado en su momento.
La Agenda 2050 también propone un impuesto más alto a los viajeros frecuentes. También propuso crear un impuesto ‘sobre los pasajes aéreos según la cercanía al destino’. Esto ayudaría a: ‘limitar sus externalidades negativas y acercar su tratamiento fiscal al de otros medios de transporte’, agrega el informe.
La ALA alertó del impacto ‘devastador’ que cualquiera de estas medidas tendría en el sector aeronáutico, así como en el turístico y, en consecuencia, en el empleo y la economía del país.
Eliminar los vuelos de menos de 500 kilómetros o de menos de dos horas y media de tiempo de viaje significaría que no habría más vuelos desde casi cualquier punto de la Península a Madrid, según la ALA.
Como resultado, los viajeros de las comunidades periféricas de España ya no volarían a otros continentes vía Madrid, sino desde ciudades como París, Londres, Frankfurt o Roma. El resultado sería que las emisiones se mantendrían y el hub de Madrid se vería seriamente afectado.
La aviación representó el 5,9 por ciento de las emisiones globales en 2019 y fue responsable de más de 915 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono.
Esta cifra representó solo el 2 por ciento de las emisiones globales totales. Un informe de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) corroboró recientemente una investigación científica que afirmaba que el impacto climático real de la quema de parafina en altura es tres veces mayor de lo que se pensaba, ya que el CO2 representa solo un tercio de las emisiones causadas por los aviones.
Si ese fuera el caso, la contribución anual de la industria al cambio climático ascendería al 5,9 por ciento de las emisiones totales de gases de efecto invernadero.
Dado que la industria de la aviación y el tráfico aéreo de pasajeros han crecido de forma espectacular en las últimas décadas –en la Unión Europea el número de usuarios pasó de 360 millones a 1.106 millones en 2018–, la contribución de las aeronaves a la crisis climática es mucho más significativa de lo que se pensaba.
Más aún si se tiene en cuenta que, entre 1960 y 2018, las emisiones de CO2 del sector de la aviación comercial aumentaron de 6,8 millones a 1.034 millones de toneladas anuales. Además, la aviación emitió un 129 % más de gases de efecto invernadero en 2017 que en 1990, según informa laopiniondemalaga.es.