Raras imágenes de la «autocrítica» del poeta Heberto Padilla en 1971 tras ser detenido por su postura «contrarrevolucionaria», revivan la conversación sobre la censura en Cuba a través de el caso padillaun documental que según su director, Pavel Giroud, busca «remover conciencias».
La cinta, exhibida dentro de la selección del Miami Film Festival, acaba de ser nominada a los Premios Platino del Cine Iberoamericano 2023, la única representación de Cuba en la competencia, que este año estará liderada por la aclamada «Argentina 1985».
«Yo siento que yo no elegí a hacer esta película, sino que esta película me eligió a mí», aseguró el cubano Giroud a la Voz de América desde Madrid, donde resido desde hace varios años.
Padilla (1932-2000) se destacó como una de las voces durante más representantes de una generación de intelectuales y artistas que floreció los primeros años de la Revolución liderada por Fidel Castro. Sin embargo, como muchos otros de sus contemporáneos, el poeta y catedrático fue señalado por su «postura antirrevolucionaria» y su discurso fuera de los estrechos parámetros oficiales.
La publicación de su poemario fuera de juego (1968) fue el principio de la caída en desgracia de Padilla, que fue arrestado por la Seguridad del Estado cubano en 1971 luego de un recital de poesía titulada Provocaciones. El poeta estuvo 38 días en la cárcel. Su esposa, Belkis Cuza, también fue apresada durante dos días.
Su apresamiento utilizó las protestas de famosos intelectuales de la época que hasta ese momento habían expresado su respaldo a Castro y su movimiento. Nombres como Julio Cortázar, Simone de Beauvoir, Marguerite Duras, Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Octavio Paz, Juan Rulfo, Jean-Paul Sartre, Susan Sontag y Mario Vargas Llosa firmaron una carta dirigida a Fidel Castro.
La ahora famosa autoinculpación de Padilla ocurrió en abril de 1971, solo horas después de ser puesto en libertad. Para muchos recordó los llamados «procesos de Moscú», las famosas purgas de la época estalinista. Fue el principio del fin del romance de la intelectualidad progresista con la Revolución Cubana de 1959 y el comienzo de lo que luego pasó a llamarse el «quinquenio gris», donde la censura cortó las alas de la creatividad y el arte en la isla.
Varios de los presentes aquella noche de la década de 1970, entre ellos Guillermo Cabrera Infante y Norberto Fuentes, describieron ampliamente el momento en obras posteriores, y se conocían transcripciones, pero no las grabaciones, que no habían sido reveladas al gran público hasta ahora.
Según teoriza Giroud, en algún momento durante la década de 1980 o principio de los 1990s, inspirados en la perestroika soviética y la «rectificación de errores» se hicieron copias con el propósito de discutirlas pero, según el cineasta «es evidente que cuando lo vieron , entendieron que ahí no había debate posible. Entonces, lo más probable es que de esas copias, se hicieron otras copias», explica.
Un regalo del cielo
«Lo que ocurre es que el que tuvo que hacer algo con esas cintas fui yo», afirma Giroud, considerado como unos de los directores más importantes del cine contemporáneo cubano, autor de largos como La edad de la Peseta (2006) años El Acompañante (2015).
Su primera aproximación a la historia y la vida de Heberto Padilla fue a través de La Mala Memoria, una novela biográfica que el escritor publicó ya desde el exilio en Estados Unidos. Luego comenzó a leer sus poemarios y otras obras donde se habló del «Caso Padilla», como lo bautizó la prensa internacional.
Giroud se inspiró en la «autocrítica» de Padilla para escribir el guión de un corto para una colaboración con el ahora desaparecido colectivo de artistas cubanos «Los Carpinteros».
«Luego cae en mis manos el material y yo dije: ‘esto es un regalo del cielo y un pedido de que yo haga la película. Fue ahí que decidió hacerla. Titubeé, entré en ese dilema ético y al final decidió hacer la película y que saliera el sol por donde saliera'».
Para el director, el «dilema» estaba en cómo abordar el tema «sacarlo tal cual o hacer una película». Giroud optó por lo segundo.
«Me motivó mucho hacerlo, sentí que tenía algo muy valioso en la mano, pero también saqué la cuenta de que si lo que quería era mostrar una verdad de Cuba, que es muy verdad, que no es un hecho del pasado, que no es un hecho histórico lejano, sino que se repite cada día, iba a ser más efectivo si yo hiciera una buena película rigurosa, profesional, que pudiera hacer navegar por los festivales más importantes del mundo y luego tuviera un recorrido o un destino en las plataformas «, detalló.
Polémica sobre la polémica
El estreno de el caso padilla levantó polémica desde su anuncio y tuvo reacciones encontradas, las más encendidas entre quienes exigían la publicación íntegra de las cintas y llegaron a acusar a Giroud de «secuestrar la memoria nacional».
«Entiendo a la gente que piensa: tú no eres quién para decirme lo que yo tengo que ver, es verdad, pero nosotros sacamos una cuenta y es que al revelar la película, el impacto que iba a tener eso como noticia iba a generar mucho más efecto, que colgar materiales en YouTube o en cualquier otra plataforma donde cualquiera pudiera denunciarlo y desmontarlo», insistió el cineasta.
En lugar de sólo dar a conocer las grabaciones, Giroud prefirió ponerlas en contexto, apoyándolas con otras cintas y entrevistas de archivo que dan una visión más completa acerca de las circunstancias que provocaron que Padilla se negara a sí mismo ya su obra.
«Cuando yo tuve las cintas no me fue muy difícil imaginar la película que yo quería contar, luego me impuse hacerlo únicamente con material de archivo», indicó Giroud, que se vio ante un problema porque, según agrega, «en Cuba jamás iban a dar archivos para un proyecto como este».
Poco después del estreno de el caso padilla, el poeta cubano Jorge Ferrer publicó la confesión de Padilla en su blog El tono de la voz.
«Estos documentos fílmicos han permanecido ocultos durante décadas. Los comparto, porque a ello me autorizan las manos que me los han hecho llegar. Y porque a ello me obliga la historia compartida, que es a la vez la mía y la de todos», Ferrer escribió sin revelar tampoco la fuente de las cintas.
Trazando paralelos
En las grabaciones, se ve a un Padilla sudoroso, a ratos eufórico, a ratos nervioso, negándose a sí mismo ya su obra. un «espectáculo lamentable, pero no por Padilla, sino por quienes lo obligaron a borrarse a cambio de la libertad», aseguró a la VOA Raquel Carmenate, una joven cubana que asistió a la exhibición del documental organizado por la Universidad Internacional de la Florida.
«Es tan triste ver que nada ha cambiado y que la Revolución sigue tomando hojas de su mismo libro al continuar reprimiendo y censurando a artistas y periodistas por el hecho de no ajustarse a su ‘verdad'», opinó.
Giroud por su parte confiesa que ha sido «emocionante que públicos tan diferentes como puede ser el italiano, el español o el estadounidense han tenido una relación muy similar respecto a la película. Pone a reflexionar a todos mientras traza paralelos con la actualidad».
«La única diferencia que hay es que aquella vez fue Padilla, hoy hay muchos. Aquella vez en la vanguardia progresista del mundo occidental le contó cara a Fidel Castro, le escribió una carta y exigió la liberación del poeta.
Hoy día esta vanguardia prefiere mirar para otro lado, porque, ya no digo la más la más radical, pero la que tiene de alguna manera los pies en la tierra, entiende que Cuba no es lo que ellos creyeron durante mucho tiempo, sintiendo que han apostado al caballo equivocado y prefieren mirar para otro lado. Creo que parte de la misión de esta película es remover esas conciencias y yo creo que lo estamos logrando”, concluyó.
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