El Papa Francisco aterrizó en la República Democrática del Congo (RDC) el martes para una visita que pondrá de relieve el costo humano de décadas de conflicto en el vasto país de África central. El país es rico en minerales pero millones están desplazados y viven en la pobreza.
Francisco es el primer Papa en visitar el Congo desde Juan Pablo II en 1985, cuando todavía se conocía como Zaire. Aproximadamente la mitad de la población del Congo de 90 millones son católicos romanos.
El Papa de 86 años, que tiene problemas para caminar debido a una dolencia crónica en la rodilla, fue bajado del avión y luego empujado en una silla de ruedas sobre la alfombra roja que conduce a la terminal. El primer ministro congoleño, Jean-Michel Sama Lukonde, lo saludó y luego lo acompañó mientras lo llevaban al interior.
“Para mí, es la primera vez que lo veo fuera de la televisión. Es un momento de alegría”, dice Alain Difima, un sacerdote católico que pasó horas esperando la llegada del Papa al aeropuerto.
A lo largo del Boulevard Lumumba, la larga arteria que conduce del aeropuerto a Kinshasa a través de algunos de los barrios más pobres, multitudes entusiastas cantaban mientras esperaban ver pasar al Papa.
Luego de una ceremonia formal de bienvenida en el palacio presidencial y una reunión con el presidente Félix Tshisekedi, el pontífice pronunciará un discurso ante autoridades, diplomáticos y representantes de la sociedad civil.
El miércoles celebrará misa y se reunirá con las víctimas de la violencia en el este del país, azotado por constantes enfrentamientos entre rebeldes del grupo M23 y tropas gubernamentales.
“Quería ir a Goma, pero no podemos debido a la guerra”, dijo el Papa a los periodistas durante su vuelo, refiriéndose a una ciudad en el este del Congo que originalmente había planeado visitar antes de que se cancelara esa escala debido a los combates en el región.
MALDICIÓN DE LOS RECURSOS
El Congo tiene algunos de los depósitos de diamantes, oro, cobre, cobalto, estaño, tantalio y litio más ricos del mundo, pero sus abundantes recursos minerales han avivado el conflicto entre las milicias, las tropas gubernamentales y los invasores extranjeros. La minería también se ha relacionado con la explotación inhumana de los trabajadores y la degradación ambiental.
El este del Congo también ha estado plagado de violencia relacionada con las largas y complejas consecuencias del genocidio de 1994 en la vecina Ruanda.
Se estima que 5,7 millones de personas están desplazadas internamente en el Congo y 26 millones enfrentan hambre severa, en gran parte debido al impacto del conflicto armado, según las Naciones Unidas.
La Iglesia Católica juega un papel crucial en el funcionamiento de las escuelas y los centros de salud del país, así como en la promoción de la democracia.
Programado por primera vez para julio pasado, el viaje del Papa se pospuso porque sufría un brote de una dolencia crónica en la rodilla.
Francisco permanecerá en Kinshasa hasta el viernes por la mañana, cuando volará a Sudán del Sur, otro país que lucha contra el conflicto y la pobreza.
Estará acompañado en esa etapa de su viaje por el Arzobispo de Canterbury, líder de la Comunión Anglicana mundial, y por el Moderador de la Iglesia de Escocia. Los líderes religiosos han descrito su visita conjunta como una “peregrinación de paz”.