Quedarse en Venezuela ya no era opción para Edward Cáceres, quien trabajaba en una empresa exportadora de pollos, pero tenía un contrato eventual. Lo llamaban cada vez que llegaban los camiones y él se encargaba de despresar las aves.
La situación económica empezó a complicarse en el país y cada vez era más difícil llevar dinero y comida a la casa, que compartía con su madre y hermanos, así que en 2017, a sus 25 años, Cáceres tomó la decisión de irse del país.
Su primer destino fue Bogotá, donde se quedó seis meses, pero no le fue como esperaba y optó por ir un poco más al sur, a Perú. Tras un viaje de casi cuatro días por carretera llegó a Lima y empezó a buscar trabajo. Limpiaba casas y edificios, repartía volantes en las calles, caminaba horas conduciendo café en un termo y por las noches atrapadas algunas de incursionar en orquesta de salsa, hasta que llegó la pandemia y el gobierno peruano impuso una estricta cuarentena.
Entre el 2018 y el 2022 la población refugiada y migrante de Venezuela en el Perú se ha incrementado en un 41,5%, según una encuesta realizada este año por el gobierno Instituto Nacional de Estadísticas e Informática (INEI)
“Todo cerró y me quedé sin trabajo, pero no podía quedarme de brazos cruzados. Empecé a salir con mi parlante y dos amigos trombonistas y canté en las calles, frente a edificios y casas. La gente desde la ventana me daba monedas, billetes, pasta, arroz, granos y estoy eternamente agradecido con ellos porque muchos me siguen en mis redes ahora y me confirman: ´Es el chico que cantaba con su parlante´, dicen”, contó a la Voz de América.
Siempre le gustaba cantar y lo hacía bien. “En la calle cantaba de todo, desde cumbia, salsa, huayno, chicha”, recuerda. Edward subía sus interpretaciones callejeras a sus redes sociales y el número de sus seguidores empezó a aumentar, hasta que llegó el viral que le cambiaría la vida: Una radioemisora local tomó uno de sus videos de TikTok con el mensaje “hay mucho talento para la salsa ”.
Walter Yaipén, líder de los Hermanos Yaipén, una de las bandas de música más populares de Perú, lo vio y supo que lo debería tener entre sus filas.
Datos sobre migración venezolana en Perú
- Los países que han acogido al mayor número de personas refugiadas venezolanas son Colombia (1,84 millones de personas), Perú (1,29 millones de personas) y Ecuador (513.900 personas). Según las cifras consultadas, las mujeres representan el 50% de las personas refugiadas en Colombia y el 58% en el Perú.
- El horrible de la migración venezolana se encuentra en Lima y Callao, le siguen Trujillo, Arequipa e Ica y la mediana de edad es de 26 años.
- Para finales de 2023, se estima que alrededor de 1,6 millones de personas refugiadas y migrantes de Venezuela residirán en Perú, convirtiéndolo en el segundo país de acogida después de Colombia, según el Análisis de Necesidades de Refugiados y Migrantes (RMNA, por sus siglas en inglés)
- Lima-Callao, con más de un millón de personas refugiadas y migrantes de Venezuela, es la ciudad del mundo con mayor número de personas venezolanas que viven fuera de su país de origen.
Pero debería esperar un rato aún porque Cáceres, al ver que cada vez había más personas en las calles intentando llamar la atención con números artísticos en medio de las restricciones implementadas por el gobierno peruano por el COVID-19, decidió partir a Ecuador, buscando mejorar su situación.
“Pero estuve solo un mes, porque cuando llegué, dictaron cuarentena allí también y no podía salir, no podía aportar en nada en la casa de mi tía y yo ya estaba acostumbrado a tener mis cosas. Así que pedí prestado dinero a una amiga que quiero mucho, compré mi pasaje y regresé a Perú”, dijo.
Al regresar vio un mensaje de Yaipén citándolo para una prueba y ya lleva poco más de un año como parte del grupo.
“Soy uno de los cantantes, el único venezolano que tiene la orquesta, pero no me siento diferente porque sea venezolano. Ellos se han portado muy bien. Disfruto tanto las presentaciones que se me olvida el estrés, el extrañar a la familia. Son más de cinco años que no los veo ya veces me imagino qué pasaría si los veo de pronto en las presentaciones”, dice.
Cáceres asegura que la parte más complicada de emigrar es estar solo y la preocupación de qué hacer si se queda sin trabajo. Hubo un momento que tuve que estar con mi bolso en la calle. No tenía trabajo, no tenía nada. Fue una situación muy difícil para mí”.
“Y lo que aprendes es a valorar a las personas que tienes cerca: a tu mamá, a tu familia, a tus amigos y quieres por lo menos que te pregunten cómo estás, cómo te sientes y te das cuenta que no tienes a nadie, que te las tienes que arreglar solo”, añadió.
Este músico venezolano tiene un sueño: regresar a Venezuela para ver a su familia. Quiere abrazarlos, besarlos y quedarse viéndolos todo el tiempo que sea necesario, dijo. Trabaja para poder enviar ayuda a los suyos y ya ha logrado que su hermano menor se le una en Perú, donde quiere seguir consolidando su carrera musical.
“Por más oscuro que parezca el panorama, siempre habrá una luz”, dice, y recomienda a sus compatriotas que “salgan con la mentalidad de trabajar, porque los buenos somos más. Por tres o cuatro o 10 que hagan las cosas mal no quiere decir que todos seamos iguales. Hay muchos que estamos trabajando por salir adelante y cumplir nuestros sueños y ayudar a la familia que allá lo necesita”.
Migrar para resolver asuntos familiares
Oscar José Montilla es carpintero desde hace más de tres décadas. Vivió en Venezuela junto a su esposa peruana hasta hace unos seis años. Optaron por salir del país cuando ya vieron venir los problemas económicos, y también porque querían resolver asuntos familiares en Perú, contó.
“No es fácil emigrar desde el país donde uno vive. Es muy difícil porque hay que apartarse de la familia, de los amigos y del entorno en el que uno está acostumbrado a vivir”, dice este venezolano a VOA.
Junto a su esposa se instalaron en Reque, un apacible pueblo del norte peruano, de donde ella es oriunda. Montilla, por la experiencia que tiene, es uno de los carpinteros más solicitados del lugar.
Montilla comenta que tiene contacto con otros venezolanos que se han instalado en otras regiones del Perú y dice que tiene varios amigos que prefirieron regresar a Venezuela.
“Mis amigos, mi familia y yo estamos agradecidos a Perú. Yo vine para quedarme sólo un tiempo, pero luego de conocer parte del país, así como a su gente, por ahora mi esposa y yo tenemos pensado quedarnos en el Perú. Tal vez en un futuro decida regresar a Venezuela, pero eso no es seguro”, dijo.
«Me enamoré de un peruano y me quedé»
Cuando Rosa Zambrano Bejarano acordó con sus amigos hacer un viaje de vacaciones y turismo a Perú, jamás imaginó que se quedaría.
Era el año 2019 y su contrato en Ecuador, su país de origen, acababa de terminar, así que aprovechando el periplo por Chiclayo, una ciudad del norte peruano, preguntó por trabajo en un hotel y la aceptaron de inmediato.
En su país, Zambrano laboraba como contadora y cosmetóloga, y en Perú trabaja ahora en un spa como manicurista y pedicurista. Le gusta mucho interactuar con las personas. Es de trato delicado y sus clientes destacan su buen trabajo y la paciencia que tiene.
Estando ya instalado en Perú conoció en una a Milton, mecánico, de quien se enamoró.
“Me enamoré de un peruano y me quedé por acá”, afirma sonriendo. Ahora ambos tienen un bebé.
No le fue difícil integrarse al país pues considera que la cultura y las costumbres son similares a las de Ecuador, pero dice que le cuesta a veces entender los giros vertiginosos que da la política peruana.
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