En su discurso del 6 de noviembre de 2018, el rey Mohammed VI tendió una mano de paz y buena voluntad al gobierno argelino, con la esperanza de iniciar un nuevo capítulo de buenas relaciones. Sin embargo, el gobierno argelino no respondió a esta iniciativa de amistad, hasta el momento. Y una postura de no respuesta es en muchos sentidos equivalente a decir extraoficialmente: de ninguna manera.
Sand War (25 de septiembre de 1963 – 20 de febrero de 1964)
Durante el largo período de presencia colonial francesa en Argelia que duró 130 años, Francia consideró a este país como un departamento francés: Algérie française. Cuando comenzó la guerra de independencia (1 de noviembre de 1954 – 19 de marzo de 1962), al darse cuenta de que, en última instancia, iba a abandonar Argelia, las autoridades francesas se dirigieron a los marroquíes para pedirles que se sentaran a negociar la restitución de los territorios que tenían. aislado de Marruecos durante el largo hechizo colonial. El rey Mohammed VI, en nombre de la utopía de la fraternidad panárabe, de la época, rechazó la iniciativa francesa diciendo que emprender algo en este sentido y en ese momento de la historia equivale a apuñalar por la espalda a un país hermano y que después independencia Argelia restituirá unilateralmente los territorios en cuestión. Sin embargo, después de la independencia en 1963, Argelia se negó rotundamente a hacer tal cosa con el argumento de que los territorios en cuestión son totalmente argelinos.
La negativa abrupta intensificó la tensión entre los dos países y una guerra conocida como la guerra de arena se produjo en septiembre de 1963 que condujo a la derrota de Argelia. En lugar de retener el territorio ocupado durante la breve guerra por el ejército marroquí para realizar el intercambio de tierras necesario más adelante, Hassan II, en un movimiento inesperado, ordenó al ejército que regresara a casa para evitar un conflicto a largo plazo con Argelia, pero el daño se hizo y nació la animosidad hacia Marruecos en los círculos oficiales argelinos.
Conflicto del Sáhara
Durante la era del presidente Houari Boumedienne (1932-1978), en la narrativa oficial, Marruecos era visto como el enemigo porque intentó cortar Argelia en su adolescencia. La política oficial entre la dirección política y los estrategas del ejército decía claramente, en privado, que Marruecos es un gran peligro para la unidad y la supervivencia de Argelia y, como tal, debe ser desafiado en todos los ámbitos y en todo momento.
Uno de los primeros desafíos de este tipo fue la cuestión del Sáhara. Si bien Boumedienne en 1974 aceptó la toma del territorio tanto por Marruecos como por Mauritania, adoptó el Frente Polisario, en 1975, que pedía la independencia total del territorio del Sahara colonizado por España.
El acuerdo tripartito entre España, la potencia colonial, Marruecos y Mauritania, conocido como Acuerdos de Madrid del 15 de noviembre de 1975, cedió el territorio a estos dos últimos países.
Para estropear la toma de posesión marroquí-mauritana, Argelia armó al Polisario que lanzó ataques contra Marruecos y Mauritania, esta última incapaz de soportar la peor parte de tal ataque militar abandonó el territorio y cedió su parte a Marruecos en 1978. Durante los años 70, 80, y los años 90 del siglo pasado Argelia no sólo armó al Polisario sino, además y lo más importante, le compró apoyo externo en la Organización para la Unidad Africana -OUA- y en la ONU, gracias a los petrodólares que obtenía de sus ingresos petroleros.
Marruecos contrarrestó los esfuerzos militares del Polisario construyendo un muro defensivo (el Muro del Sáhara Occidental marroquí es una estructura de aproximadamente 2.700 km (1.700 millas) de largo, en su mayoría un muro de arena que atraviesa el Sáhara Occidental y la parte suroeste de Marruecos) que detuvo las invasiones de este último en el territorio bajo control marroquí. Por otro lado, Marruecos presentó un plan de autonomía para el territorio (The Western Sahara Autonomy Proposal), iniciativa propuesta en 2006 como posible solución al conflicto del Sáhara Occidental. Este plan ha recibido desde entonces mucho apoyo de muchas naciones del mundo y se considera como una solución política viable al conflicto, por el momento.
Cerrando fronteras
Además del conflicto del Sáhara, la enemistad oficial argelina se expresa a través del cierre efectivo de las fronteras territoriales y el cese de toda actividad económica posible. En 1994, Marrakech y más precisamente el Hotel Asni fueron testigos de uno de los primeros atentados terroristas en el país. El atentado que dejó dos muertos fue perpetrado por tres ciudadanos argelinos-franceses. Marruecos acusó entonces a los servicios de inteligencia argelinos de planear el tiroteo mortal, una afirmación que empeoró las relaciones diplomáticas entre los dos países vecinos. Marruecos, en consecuencia, cerró sus fronteras brevemente, pero Argelia usó esa decisión como una excusa para imponer un cierre permanente en las fronteras para evitar que los argelinos visitaran Marruecos, en millones, y gastaran mucho dinero que beneficiaría y fortalecería la economía marroquí. Es, además, una excusa para impedir que el pueblo argelino sea testigo del enorme desarrollo que ha realizado Marruecos en varios sectores de la economía a pesar de que el país no dispone de petróleo.
La animosidad argelina hacia Marruecos es obra exclusivamente de los militares argelinos que controlan el país a través de partidos políticos dóciles y un presidente incapacitado. Aparte de eso, el pueblo argelino se siente cercano al pueblo marroquí debido a la religión, el idioma y la cultura que comparten y expresan esta cercanía cada vez que se les da la oportunidad.
¿Qué alterará esta actitud beligerante?
El odio a Marruecos y lo que representa está arraigado en la psique militar argelina, y solo dos posibles acontecimientos pueden, en última instancia, ponerle fin.
Desarrollo 1:
Argelia quiebra económicamente y permite que el FMI y el Banco Mundial limpien su desorden financiero y esto abrirá fronteras económicas y permitirá que las empresas marroquíes hagan negocios en este país.
Desarrollo 2:
El futuro posible recorte de subsidios llevará a la población a las calles y una revolución asegura el fin del control militar y trae la democracia al país.
Salvo estos dos acontecimientos, Argelia seguirá guardando rencor a Marruecos y la Unión del Magreb será solo una ilusión, si no una broma política, por decir lo menos.
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