Una prohibición de exportaciones tampoco reduciría la inflación interna ni mejoraría significativamente la seguridad alimentaria de la India. En agosto, el gobierno tenía 28 millones de toneladas de arroz en sus almacenes (muy por encima de su stock de reserva obligatorio de 11 toneladas), por lo que no se nos acabará pronto.
Por su parte, los economistas agrícolas Ashok Gulati y Ritika Juneja han señalado que la inflación en India está siendo impulsada principalmente por los precios de los combustibles y las verduras; los precios del arroz representaron más del 2 por ciento del aumento en el índice de precios al consumidor el mes pasado.
Además, las prohibiciones a la exportación no solo son malas para otros países pobres; son malos para los propios agricultores de la India, que se están perdiendo los altos precios en el extranjero. Si bien los funcionarios de Nueva Delhi a menudo han torpedeado el consenso en las cumbres mundiales en nombre de la defensa de los millones de agricultores marginales de la India, sus acciones en lo que respecta a la política comercial agrícola muestran que están más preocupados por los precios de los alimentos urbanos que por las ganancias agrícolas.
Los agricultores en la India están acostumbrados a una apuesta unilateral: están expuestos a la baja cuando los precios globales se desploman y no se benefician cuando suben, si el gobierno bloquea las exportaciones.
PROHIBICIÓN DE ARROZ A ESCALA COMPLETA CAUSARÍA CAOS
Algunas de las críticas sostenidas que recibió India después de la prohibición de exportación de trigo parecían diseñadas para evitar que se repitiera ese error con el arroz. Si es así, puede haber tenido algún efecto. El gobierno parece estar centrándose por ahora en limitar las exportaciones de arroz “100 por ciento partido”, un grado de baja calidad que a menudo se usa para la alimentación animal y se exporta especialmente a China.
En ese caso, el principal impacto sería en los márgenes de los criadores de cerdos chinos. Esta no es una preocupación insignificante: los bajos márgenes ya han expulsado a muchos de ellos del negocio, lo que ha provocado que la cabaña porcina de China se reduzca. Eso hizo que los precios de la carne de cerdo subieran más del 20 por ciento, lo que llevó la inflación general al consumidor en China a un máximo de dos años.