“Mucha gente se me ha acercado con una propuesta para dedicarme a hacer un documental. Tiendo a ser tímido ante la cámara (fuera del escenario), así que no fue hasta que un amigo se acercó a mí que sucedió un documental. Chelsea era una amiga que conocí a través de Rae Spoon. Hicieron un documental llamado mi casa de la pradera. Lo vi en un avión. Amo a Rae; fue muy agradable verlos en pantalla y verlos retratados de la manera correcta.
Así que saltamos a hacer siempre mortal. Chelsea empuja. Yo jalo. ¡Conseguimos montar el mismo caribú y partimos! Este proceso ha sido estimulante e interesante. Llevar a la tripulación a Nunavut fue lo más destacado para mí. Darme cuenta de cómo me siento en el Sur, en su cultura. Siempre soy cauteloso, sin saber muy bien cómo comportarme, sin entender las reglas. Ver a la tripulación aprender a conducir un vehículo todo terreno en la tundra y disfrutar de la majestuosidad de la tierra me dio una sensación de paz. Gracias a Chelsea y al equipo por tomarse el tiempo de filmar.
El concierto, ahora en tiempos de COVID, babeo, me río y me retuerzo de alegría con el recuerdo de los momentos en que la música tomó el control y me dio libertad. Pronto volveremos a tener eso, pero por ahora, disfruta de la pantalla. Disfrute de las imágenes de este concierto intercaladas con la historia de mi familia, la historia de Canadá y nuestro presente y presencia”.