La periodista mexicana Lourdes Maldonado dedicó su último programa a un colega un día después que éste fuera asesinado a tiros afuera de su casa, y luego describió su propia vulnerabilidad al hacer cobertura en la violenta ciudad fronteriza de Tijuana.
En su estilo distintivo atrevido, Maldonado criticó la corrupción en México y acusó durante ocho meses a un funcionario estatal de tener vínculos con el narcotráfico antes de decir a sus espectadores que ella había estado bajo protección del gobierno estatal.
“Yo sé que ellos te cuidan bien”, dijo en Brebaje, su programa de radio y televisión. “Pero nadie puede evitar, ni siquiera la supervisión de ellos, que cuando salgas de tu casa te maten y te asesinen de una manera tan cobarde y tan artera”.
De forma escalofriante, sus palabras pronosticaron su destino. cinco dias despues, Maldonado fue baleada afuera de su casa a las 7:00 de la tarde, siendo el tercer periodista en ser asesinado en México este año.
Sus muertes en un lapso de un mes representan una cifra inusualmente elevada para un periodo tan corto, incluso para México, y causaron la protesta más grande hasta el momento por los asesinatos, en la que miles de personas se manifestaron el martes en todo el país. Los homicidios han provocado que periodistas que trabajan en el lugar más peligroso para su gremio en el hemisferio occidental se sientan molestos y desesperanzados.
El pasado miércoles 26 de enero otro periodista fue atacado, pero salvó de morir gracias a que se encontró protegido por dos guarda espaldas asignados por el Gobierno mexicano bajo el programa de protección a periodistas. José Ignacio Santiago fue interceptado por un vehículo con hombre armado al sur del estado de Oaxaca.
A Santiago se le asignaron guardias para su seguridad después de haber sido secuestrado por las pandillas en 2017.
El viernes, un día después del funeral de Maldonado, el presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a criticar a la prensa. Dijo que su gobierno garantiza la libertad de expresión, pero “son muy pocos los periodistas mujeres y hombres que están cumpliendo con el noble oficio de informar, la mayoría están buscando cómo caemos”.
Según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), desde que el gobierno actual inició funciones el 1 de diciembre de 2018, al menos 32 periodistas han sido asesinados y 15 están, a pesar de un programa del gobierno para protegerlos.
“El mecanismo de protección, no funciona para nada”, el periodista de radio y televisión de Tijuana Odilón García, quien dijo que estuvo bajo su protección durante tres años. “Te dan un pequeño teléfono y si pasa algo, puedes llamar y la llamada sale a una oficina central que notifica a la policía, que después te va a ubicar, y mientras, ya estás muerto”.
El propio problema de García finalmente se resolvió cuando las dos personas que lo amenazaban aparecieron. Una fue asesinada por el crimen organizado, la otra murió de COVID-19 después que la corte fallara en favor de García y le ordenara al hombre que cubriera los honorarios del abogado de García y otros daños que sus amenazas habían causado.
Periodistas y organismos señalaron que todavía no se toman con suficiente seriedad los reportes de amenazas y que, cuando algo sucede, la policía con frecuencia tarda en investigarlo.
Más de 90% de los homicidios de periodistas y defensores de derechos humanos sigue sin resolverse, según el subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas. El CPJ, con sede en Nueva York, indica que el porcentaje es del 95%.
Existe una falta de voluntad política para acabar con la impunidad, en parte se cree que un porcentaje tan elevado de casos está vinculado con funcionarios públicos, según Artículo 19, una organización de derechos humanos internacional que trabaja para defender y promover la libertad de expresión . Que el presidente satanice a la prensa también contribuya a la hostilidad contra los periodistas, según Paula Saucedo, una abogada de la sección local de la organización.
“Teóricamente, el Estado ataca a la prensa”, indicado.
En Tijuana, los periodistas buscan protección entre ellos mismos. Se han organizado en grupos como “Yo sí soy periodista”, que tiene un chat de WhatsApp en donde pueden alertarse entre ellos de sus paraderos y cualquier riesgo.
Maldonado dedicó su último programa al fotógrafo de nota policial de Tijuana Margarito Martínez, quien fue baleado varias veces a plena luz del día el 17 de enero cuando se subía a su auto afuera de su casa. Una semana antes de ese ataque, el periodista mexicano José Luis Gamboa murió en el estado de Veracruz, en la costa del Golfo de México, después de ser apuñalado en un presunto robo.
El fiscal general de Baja California, Ricardo Carpio, dijo que no encontró evidencia de que el asesinato de Maldonado estuviera vinculado con su trabajo. Tampoco se encontraron vínculos entre la muerte de Martínez y el ataque a Maldonado. La gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila, dijo que designará un fiscal especial para investigar los homicidios de los periodistas de Tijuana.
Maldonado había ido más allá que la mayoría de los periodistas para expresar públicamente durante sus temores, al volar en 2019 a Ciudad de México en donde pidió personalmente ayuda a López Obrador una conferencia de prensa televisada.
Obtuvo protección estatal y le asignaron policías que vigilaban su casa, pero sólo pasaban “de vez en cuando”, dijo García, quien la conoció en 1989 cuando iniciaban sus carreras en la ciudad de Tijuana.
Al igual que Maldonado, García dijo que no se autocensurará, pero sabe que las muertes tienen un efecto escalofriante, sobre todo en los jóvenes.
“Muchos compañeros tienen miedo, claro”, dijo García.
Entre sus familiares y amigos, Maldonado no habló sobre su temor y, en su lugar, prefería contar las últimas aventuras de sus gatos rescatados. Había adoptado a cinco. También tenía un perro pitbull, que ahora cuidan a sus vecinos junto con los otros animales.
En su trabajo, los colegas dicen que era conocido por su audacia, ya que nombraba a funcionarios en su programa transmitido en vivo en donde los calificaban de incompetentes, corruptos y/o con vínculos con narcotraficantes.
Cuando se reunió con López Obrador en 2019, le dijo: “Temo por mi vida” y describió su disputa de años con Jaime Bonilla, quien entonces era candidato de Morena, el partido del presidente. Después, Bonilla fue elegido gobernador de Baja California, en donde se ubica Tijuana. A fines del año pasado, dejó el puesto.
Maldonado había anunciado recientemente que, después de nueve años de litigio, ganó su disputa con la empresa de comunicación propiedad de Bonilla.
Tras su muerte, Bonilla publicó en Twitter una entrevista con Radio Fórmula en la que negó cualquier participación y ofreció su pésame a su familia. Señaló que la disputa legal era contra su empresa, no contra él, y que nunca hubo algo personal entre ellos.
López Obrador prometió que no habrá impunidad. Pero también dijo que no hay que sacar conclusiones apresuradas.
García estuvo de acuerdo, y escribió en un tributo a Maldonado en su página de Facebook que muchos periodistas como ella se han puesto en riesgo por hacer su trabajo que “un agresor puede ocultarse entre tanto enemigo que se le van incorporando a los comunicadores que dicen la verdad”.
Renee Maldonado dijo que los periodistas de Tijuana eran como una segunda familia para su tía, que nunca tuvo hijos. Agregó que su familia está agradecida con las muestras de apoyo que han recibido de los miembros de la prensa a nivel mundial. Decenas de ellos asistieron a su entierro esta semana.
“Los periodistas de México y del mundo deben seguir su pasión, luchar siempre por la verdad más que nada”, dijo.
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