Gustavo Petro se perderá este domingo en el primer presidente de izquierda en 200 años de historia republicana de Colombia, un exguerrillero que comandará a las Fuerzas Armadas que por décadas han combatido a los grupos ilegales.
La banda presidencial que portará Petro, de 62 años, lleva consigo los desafíos de sortear la violencia que ha cobrado la vida de más de 560 defensores de los derechos humanos desde 2016, la inflación creciente más alta de las últimas dos décadas y la búsqueda de consensos en un país dividido.
Petro prometió una nación con menos desigualdad, que garantizará los derechos de todos sus ciudadanos -especialmente de los más vulnerables- y que dará prioridad al medio ambiente.
Antes de la asunción oficial, Petro asistió a varias ceremonias simbólicas. En la Sierra Nevada de Santa Marta, al norte del país, los indígenas aruhacos le dieron su “bendición”. Uno de los mamos -la máxima jerarquía de la comunidad- le pidió dar respuesta a las demandas de la sociedad y le entregó un bastón que representa la sabiduría.
En el evento de toma de posesión, que contará con la participación de 60 delegaciones nacionales e internacionales, se realizarán muestras culturales tradicionales colombianas. Se espera que asistan unas 100.000 personas y participen 1.000 artistas en torno a 70 actos culturales.
“Que el 7 de agosto sea una gran fiesta popular”, escribió el sábado en Twiter Petro.
La Plaza de Bolívar está dividida en dos: en la primera parte se ubicarán representantes de varios países y en la segunda los ciudadanos. Entre los invitados están el Rey Felipe VI de España; los presidentes de Chile, Ecuador, Paraguay, Bolivia, Argentina, República Dominicana, Honduras y Costa Rica; el canciller de Brasil, Carlos Alberto França; el vicepresidente de Panamá, José Gabriel Carrizo; el vicepresidente de El Salvador, Félix Ulloa Jr. y la primera dama de México, Beatriz Gutiérrez, entre otros. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no fue invitado dadas las profundas diferencias políticas con Duque.
Por Estados Unidos asistirá Samantha Power, director de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID).
El dispositivo de seguridad para la posesión incluye 15.000 miembros de la Fuerza Pública, 10.000 policías y 5.000 miembros del ejército.
Un exguerrillero que busca lograr una “paz total” para Colombia
En su juventud Petro militó en la guerrilla nacionalista M-19, que abandonó las armas en 1991 luego de firmar un acuerdo de paz con el Estado.
Su pasado como rebelde pesa para algunos militares que en adelante estarán bajo su mando. “No prevemos que haya perturbación, ruido de sables, ni ninguna de estas actividades armadas”, dijo a The Associated Press el coronel en retiro John Marulanda, presidente de la Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro de las Fuerzas Armadas.
Marulanda recalcó que aunque para los militares que combatieron el M-19 es difícil aceptar la llegada de Petro al poder, en las nuevas generaciones hay más expectativa que resistencia.
Petro encarna a una izquierda que ha sido marginada y en ocasiones estigmatizada por el peso de cinco décadas de un conflicto armado interno que dejó 50.770 personas secuestradas, 121.768 desaparecidas, 450.664 asesinadas y 7,7 millones desplazadas forzosamente, según la Comisión de la Verdad.
Aunque entregó las armas, aún hay quienes se sintieron representados políticamente por el M-19. Con una bandera del movimiento -azul, blanco y rojo- un grupo de militantes arengaba por las calles inusualmente silenciosas y duramente custodiadas por la policía en el centro de Bogotá hacia la Plaza de Bolívar.
“Estamos aquí por nuestros muertos, por todos los comandantes que cayeron”, dijo a la AP Froilán Ospina, para quien Petro aún representa los principios de la extinta guerrilla. “Mientras existe un hombre del M-19 que levante las banderas de la democracia existirá esperanza para el país, ese es Gustavo Petro”, agregó.
Aunque desde hace cinco años el país atraviesa una etapa de posconflicto tras la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) -la que fuera la guerrilla más antigua de Latinoamérica-, el pacto no puso fin a laviolencia. El acuerdo permitió la reintegración de la vida civil de más de 13.000 exguerrilleros.
Petro ha propuesto iniciar el proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla activa en el país, y lograr una “paz total” que implica el sometimiento a la justicia de las bandas criminales que se alimentan del narcotráfico – como el Clan del Golfo.
También buscará estrechar lazos con sus vecinos y especialmente con Venezuela, país con el que Colombia rompió relaciones en 2019.
La analista política Sandra Borda dijo a AP que el objetivo de mejorar la relación con Venezuela se enlaza con la posibilidad de que ese país facilite los diálogos con el ELN.
«La prioridad de Colombia es ampliar su democracia y terminar de implementar el proceso de paz», Dijo Borda a VOA.
Analistas dijeron a VOA que con el restablecimiento de relaciones con Venezuela esperan una reactivación económica en la zona de la frontera. ambos gobiernos acordaron nombrar recientemente a los embajadores.
En el empresariado y los mercados hay gran expectativa por el contenido de la reforma tributaria y otras medidas, como la posible suspensión del otorgamiento de transición de licencias mineras y de exploración petrolera con el objetivo de acelerar la energética. El sector energético aporta alrededor del 18% de los ingresos fiscales de la nación y está en el primer renglón de las exportaciones.
Ricardo Triana, director ejecutivo del Consejo de Empresas Americanas -que agrupa a más de 100 compañías estadounidenses en 17 sectores-, aseguró que en una reunión previa a su elección Petro les prometió que respetaría los contratos ya firmados y que no correrían peligro las inversiones en marcha.
La periodista Karen Sánchez reportó desde Bogotá. Con informe de The Associated Press.