Carolina Moros cuenta los días para que se concrete el anuncio del presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, de que restaurará relaciones con Venezuela, en lo que podría ser la última esperanza para salvar su negocio, pero las expectativas parecen ser mucho más grandes que la realidad.
Petro, que se perderá en agosto en el primer izquierdista en la presidencia, colombiana dijo que reabrirá la frontera con el país vecino, con el que las relaciones están rotas desde 2015 por fricciones políticas entre el entonces mandatario Juan Manuel Santos y el venezolano Nicolás Maduro .
«Sería de suma importancia y tal vez vital para nuestra empresa tener esa frontera activa», dijo Moros, de Cosmogreen, que se dedica en Cúcuta a la producción de detergentes biodegradables propiedad de dos colombianos y dos venezolanos y que pasó de tener 23 trabajadores el año pasado a solo dos actualmente.
Desde Venezuela, en San Antonio, Luis Arias, propietario de una empresa de lavandería de textiles, confía en contar con los detergentes y químicos que requiere sin tener que traerlos de manera ilegal por las trochas que unen los países y por donde debe pagar extorsiones a las bandas que ejercen el control.
«La esperanza es que volvamos a reactivar la frontera con la ayuda de ambos gobiernos. Estamos esperando que nos digan características son las reglas del juego», dijo el pequeño empresario.
Colombia y Venezuela comparten una frontera de 2.219 kilómetros, en donde confluyen de lado y lado bandas criminales y grupos guerrilleros como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las FARC.
Fábricas de textiles, calzado, metalmecánica, marroquinería y panaderías, entre otras, requieren materia prima que solo consiguen en Colombia, por cuanto algunos empresarios se ven obligados a traer los insumos por los pasos ilegales, encareciendo el valor del producto y exponiendo la vida de personas a manos de grupos irregulares.
PROCESO LARGO
El comercio entre las dos naciones superó los 7.000 millones de dólares en 2008, pero cayó estrepitosamente luego que el entonces presidente Hugo Chávez lo congeló en protesta por la firma de un acuerdo militar entre Bogotá y Washington.
La balanza comercial de Colombia con Venezuela apenas llegó a 141,9 millones de dólares entre enero y abril pasado.
«El augurio para las relaciones con Colombia son las mejores, estoy seguro, porque en este momento no tenemos ninguna», dijo Diosdado Cabello tras el triunfo de Petro.
Pero a pesar de los buenos deseos, analistas y empresarios descubrieron que la reactivación comercial podría tomar tiempo, porque se deben surtir varios pasos, desde los trámites aduaneros y la apertura de mercados, hasta restaurar la confianza.
“No va a ser fácil para un empresario hacer inversión en el mercado de Venezuela hasta que no tenga seguridad de que la va a recuperar”, opinó Mauricio Santamaría, director del centro de pensamiento económico ANIF. «La economía venezolana y la manera de gobierno en ese país no es que sea un gran generador de confianza, va a ser una cosa más de mediano plazo».
Ya incluso desde inicios de la década del 2000 durante el mandato del fallecido Chávez, Venezuela incumplió el pago de cientos de millones de dólares a los empresarios colombianos, lo que marchitó los negocios entre los dos países.
«Debemos garantizar los pagos anticipados mientras tengamos garantizado que el dinero o las divisas van a devolver de la manera que necesitamos que lleguen urgente», dijo Noralba Pérez, directora comercial de Tejar de Pescadero, que antes del cierre de la frontera el 30% de sus ventas de materiales de arcilla como pisos y enchapes iban a Venezuela.
La ejecutiva dijo que su empresa se beneficiaría con la importación de carbón desde el país vecino en momentos en que ha comenzado a escasear localmente por la alta demanda global.
«Uno tiene que ser realista (…) ojalá que las cosas se den, lo que tengo muy claro es que no se va a dar de una (vez)», dijo Nhora Patiño, de la fábrica Uniformes UNO. «Yo creo que en un año o año y medio podría pasar mi mercancía como debe ser».
David Silva, representante del Instituto Autónomo para la Economía del venezolano estado Táchira, admitió que el proceso será largo. «Hay que restaurar todo el personal diplomático entre ambos países para abordar los tratados binacionales».
Para Víctor Méndez, director de la Cámara Colombo Venezolana para la región oriente en Cúcuta, la apertura de la frontera podría generar unos 120.000 empleos en los dos países en un año.
«Yo creo que en los primeros seis meses vamos a recuperar el 50% de la actividad que usaremos antes del cierre y en el primer año de trabajo vamos a recuperar el 100%», estimó.
Nelson Ureña, de la Asociación de Auxiliares Aduaneros del estado Táchira (Asoata), es más optimista y calcula que entre 3 y 6 meses se comenzarían a ver los efectos de llevarse a cabo la apertura comercial con las reglas claras.
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