Los tribunales de Londres escucharán dos desafíos legales de última hora el lunes para bloquear la controvertida política del gobierno británico de deportar a los solicitantes de asilo a Ruanda antes del primer vuelo de expulsión programado para partir el martes.
Gran Bretaña llegó a un acuerdo con Ruanda para enviar a algunos solicitantes de asilo a Ruanda a cambio de un pago inicial de 120 millones de libras (148 millones de dólares).
La estrategia de deportación tiene como objetivo socavar las redes de tráfico de personas y detener el flujo de migrantes que arriesgan sus vidas al cruzar el Canal de la Mancha en pequeñas embarcaciones desde Europa.
Está previsto que al menos 30 personas sean deportadas en el primer vuelo a Ruanda. El gobierno no ha proporcionado detalles de los seleccionados para la deportación, pero las organizaciones benéficas dicen que incluyen a personas que huyen de Afganistán y Siria.
El primer ministro Boris Johnson está decidido a seguir adelante con la política a pesar de los desafíos legales y la supuesta oposición del príncipe Carlos, el heredero del trono británico.
El Tribunal de Apelaciones escuchará los argumentos de dos grupos de derechos humanos y un sindicato el lunes después de que un juez rechazó su solicitud de una orden judicial que bloquea el despegue del vuelo. El juez dijo la semana pasada que había un “interés público material” en permitir que el gobierno siguiera con la política.
El Tribunal Superior escuchará por separado los argumentos de Asylum Aid, una organización benéfica para refugiados, que lanzó un segundo desafío legal para impedir que el gobierno llevara refugiados a Ruanda.
La organización benéfica dijo que el plan del gobierno de dar a los solicitantes de asilo siete días para obtener asesoramiento legal y presentar su caso para evitar la deportación es defectuoso e injusto.
Este caso será conocido por el mismo juez que el viernes rechazó la primera solicitud de medida cautelar.
Durante el fin de semana, el periódico The Times informó que el Príncipe Carlos describió en privado la política del gobierno como «espantosa».
Un portavoz de Charles no negó que haya expresado opiniones personales sobre la política, pero enfatizó que sigue siendo “políticamente neutral”.
Según la constitución no escrita de Gran Bretaña, se espera que la familia real evite hacer comentarios políticos.