Intentó ver a muchos médicos, incluidos dermatólogos, y cuando las soluciones no funcionaron, Yong recurrió a prácticas alternativas como la naturopatía y la medicina tradicional china (MTC). A Shan Min le recetaron hierbas de medicina tradicional china que hervía y mezclaba con sus comidas.
Cuando Shan Min comenzó a comer alimentos sólidos, todas sus comidas se cocinaron desde cero y Yong registró todos los ingredientes y todo lo que comía su hijo.
A los 11 meses de edad, cuando Shan Min dejó de tomar leche materna, Yong encontró alternativas a la leche y preparó comidas saludables todos los días.
“Por la noche, me sentaba con una carpeta A4 y examinaba detenidamente los registros diarios: lo que comía y el estado de su piel cada día. De esta manera pude identificar tendencias y detectar posibles alérgenos. Nuestro objetivo era formular una lista de alimentos ‘seguros’ que sabíamos con certeza que no le causarían picazón, al mismo tiempo que satisfacía sus necesidades nutricionales».
PEQUEÑOS GUERREROS: UNA IDEA NACIDA DE LA DESESPERACIÓN
Lo único que impidió que su hija se rascara ensangrentada fueron las prendas protectoras con mitones que no tenían adornos, velcro, cremalleras ni botones.
Al final de su ingenio, Yong le pidió a su esposo que buscara prendas que pudieran proteger la piel de Shan Min mientras la mantenían cómoda en el calor de Singapur. Las prendas también debían incluir guantes acolchados para evitar los rasguños de las uñas del bebé.
La salud mental de Yong pendía de un hilo. “En ese momento, estaba luchando mentalmente y llorando todas las noches por el dolor por el que estaban pasando mis hijos”.